Por Héctor Corti
El
Pulga es como la sombra que se presiente. Va y viene. De acá para
allá. Inquieto, vivaz, saltarín. Está acostumbrado a que lo
ignoren. A que lo miren de reojo. Que le desconfíen. A veces trata
de pasar desapercibido. Se mimetiza. Y otras se hace sentir. Asusta.
Desafía a esas personas ocupadas que caminan preocupadas. Le disputa
la pertenencia a un mundo que no es suyo. Pero que se lo apropia.
Aunque no sepa nada de derechos. Y lo haga por puro capricho. O por
intuición.