9.3.11

A SESENTA AÑOS DE LOS PRIMEROS JUEGOS PANAMERICANOS DE BUENOS AIRES

La época de oro del deporte argentino alcanzó su máxima expresión entre febrero y marzo de 1951, cuando Buenos Aires fue sede de la primera edición de los Juegos Panamericanos y el día de su clausura en el estadio de River Plate, el 9 de marzo de 1951, la Argentina  se ubicó por única vez en la historia al tope de la clasificación del medallero, con un total de 137 medallas (62 de oro, 40 de plata y 35 de bronce).

El costo para ser espectador de la historia fue de tres pesos. Claro que por quince se podía ser un testigo aún más privilegiado. Los afortunados que sacaron su entrada, ya sea popular o platea numerada, probablemente no fueron conscientes de la real trascendencia que implicó estar presente en cuerpo y alma aquel 25 de febrero de 1951 en el estadio de Racing Club.

"Con una brillante ceremonia serán inaugurados esta noche los Juegos Deportivos Panamericanos", tituló ese día el diario La Nación. Y a continuación publicó: "El país, camino de su madurez atlética, asistirá desde hoy, con el acto inaugural, que se realizará en el estadio Presidente Perón en Avellaneda, a una inmensa movilización deportiva", recuerda un informe realizado por la Secretaría de Deporte de la Nación.

Lejos de los voluminosos, costosos y largos (tal vez demasiado) despliegues modernos de las competencias deportivas en general, la fiesta inaugural, que en principio iba a durar dos horas, tuvo una extensión de una y no por eso dejó de ser menos emotiva ni significativa. En el palco de honor, junto con las autoridades del Comité Organizador y Panamericano, estuvieron el Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, y su esposa, Eva Duarte de Perón, cuando aún no se preveía el mal que la llevaría a la muerte el 26 de julio del año siguiente.

Con Brasil al frente del desfile de las veintiuna delegaciones participantes, que totalizaban 2.513 atletas, comenzó a latir el corazón de los Juegos. Delfo Cabrera, campeón olímpico de maratón, tuvo el justo honor de ser el abanderado argentino. Oscar Furlong, capitán del equipo de básquetbol que se había consagrado campeón del mundo el año anterior, izó la bandera nacional. En tanto que la esgrimista Elsa Irigoyen y el atleta Enrique Kistenmacher tomaron el juramento olímpico. El atleta griego Juan Sossidis portó hasta el pebetero la antorcha olímpica, que había sido traída especialmente desde el Monte Olimpo. Los Juegos ya tenían el espíritu encendido. Luego, otro atleta griego, Aristides Roybonis, le entregó un significativo ramo de olivo a Perón, quien pronunció el discurso inaugural: "Hermanos deportistas de América: invocando la Grecia inmortal, cuya ática llama, desde la cual tres mil años nos contemplan, comenzará una justa de caballeros. Que cada uno sepa ganar y perder con honor. Con ello, declaro abiertos los Primeros Juegos Deportivos Panamericanos".

Una fuerte tormenta castigó a la Capital Federal y al Gran Buenos Aires esa madrugada. Vientos huracanados provocaron derrumbes que causaron víctimas fatales y heridos. Por ese motivo, y para darles más tiempo a algunas delegaciones que llegaron al país a último momento, el primer día de competencia fue el 26 de febrero.

Las delegaciones de Cuba, Perú, México y Chile aprovecharon la visita al país para realizar homenajes al libertador de América, el General Don José de San Martín. Variadas ofrendas florales fueron colocadas en la plaza que lleva su nombre por deportistas de diferentes nacionalidades.

Abre Buenos Aires

¿Por qué fue Buenos Aires la elegida para albergar la primera edición del segundo acontecimiento deportivo más grande del mundo, detrás de los Juegos Olímpicos? El 10 de septiembre de 1940 se desarrolló en Buenos Aires el primer Congreso Deportivo Panamericano, en el cual se determinó que esta Ciudad sería la sede de los Juegos en noviembre de 1942. Era una edad de la historia en la que la humanidad vivía tiempos violentos. La Segunda Guerra Mundial postergó, entre tantos otros, el sueño Panamericano. En Argentina incluso el automovilismo apagó sus motores casi un lustro ante la falta de provisión de repuestos importados.

Después de tanta oscuridad en la tierra, llegaron épocas mejores y volvieron a disputarse los Juegos Olímpicos. En Londres 1948 se reunió el segundo Congreso Deportivo Panamericano y se ratificó a Buenos Aires como sede de la primera edición de los Juegos, que se llevaría a cabo en 1951.

Argentina, la mejor

Argentina cumplió una destacadísima actuación. Por única vez en la historia finalizó en el escalón más alto del medallero. En boxeo eran ocho las categorías y fueron ocho los oros obtenidos. En tenis brillaron Enrique Morea y Mary Terán de Weiss, una mujer símbolo del deporte de aquella época, que trascendió los límites del deporte y mantuvo una militancia acentuada en las filas justicialistas. Delfo Cabrera ratificó la gloria de Londres 1948, cuando había obtenido el oro en el maratón, carrera que contó con el relato desde el lugar por parte del periodista uruguayo Washington Rivera. Ana María Schultz se consagró en los 200 y 400 metros libre. El fútbol y el polo no podían ser la excepción. Remo, waterpolo, yachting, tiro, equitación, lucha, esgrima, patinaje, gimnasia, ciclismo... todas alegrías argentinas.

Cabrera ganó el maratón con 10 minutos de ventaja sobre el segundo y fue ascendido en la Jefatura de Policía de Cabo a Cabo Primero por su brillante triunfo. En señal de júbilo se levantaron los castigos por faltas leves al personal de la dependencia.

Oscar Muleiro se quedó con el oro en la prueba ciclista de carretera, que se desarrolló sobre la Avenida General Paz en un trayecto de 55km.800mts.

El fútbol no dejó de dar la nota. Costa Rica le ganaba a Paraguay por 1 a 0. A los 30 minutos del segundo tiempo, el árbitro cobró penal a favor de los centroamericanos. Convencidos de que se estaba cometiendo una injusticia, los paraguayos decidieron abandonar el campo de juego en señal de protesta. Las autoridades le dieron por ganado el partido a Costa Rica y las posiciones finales fueron: Argentina (8 puntos), Costa Rica (5), Chile (4), Venezuela (2) y Paraguay (1). Finalizado el campeonato, la Federación de Fútbol de Chile solicitó que se anularan los resultados de sus partidos contra Argentina y Costa Rica porque habían alineado futbolistas profesionales. El reclamo no prosperó.

Algunos consideran que Estados Unidos no mandó a sus mejores atletas y que por eso Argentina se quedó con el primer lugar del medallero. Sin embargo, para aquel país participaron figuras de enorme nivel, como James Fuchs (hombre récord en lanzamiento de bala), John Davis (pesista), Allen Stack (nadador) y Robert Richard (garrochista, saltó 4m50, 20cm más que en Londres 1948).

Final del Juego

La clausura de los Juegos fue el 9 de marzo en el estadio de River Plate, donde se desarrollaron las pruebas de atletismo. Los aplausos más fuertes tuvieron como destinatarios a Delfo Cabrera y a las Selecciones de básquetbol de Estados Unidos, Argentina y Brasil (en ese orden ocuparon en el podio). A pesar de que los medios especulaban con que la segunda edición de los Juegos se llevaría a cabo en 1954, durante la ceremonia se anunció que en 1955 México iba a ser el anfitrión de los siguientes Panamericanos.

Eva Duarte de Perón estuvo a cargo de las palabras finales: "Porque todos hemos alcanzado a poseer una gloria inmarcesible que nadie ni nada podrá jamás quitarnos: hemos vencido al odio, que separa a los pueblos de la humanidad. Hemos vencido a las fronteras que dividen a los hombres y a las naciones... Hemos vencido dando al mundo una lección de serenidad y fortaleza. Enseñándole cómo se puede construir la paz teniendo lazos como este de los Juegos entre los corazones de los pueblos. Por eso yo proclamo solemnemente que nadie ha sido vencedor de nadie. Que todos hemos alcanzado el laurel de los vencedores. Y que una victoria nos abraza a todos con su corona de simbólicos laureles: la victoria de los Juegos sobre todo otro poder humano". Después se apagó la llama del pebetero y hubo fuegos artificiales. La fiesta deportiva había llegado a su fin. Según el Presidente de la Comisión Permanente del Comité Panamericano, Avery Brundage, "los Juegos fueron un éxito". El programa se había cumplido sin interrupciones ni incidentes.

El día posterior a la finalización de los Juegos, Juan Domingo Perón agasajó con un almuerzo en la quinta presidencial a los integrantes de la delegación argentina. Quedaba confirmado una vez más que el deporte y la política en Argentina vivían una etapa de enorme acercamiento.

“La gente nos acompañó mucho”

“Los Juegos Panamericanos de 1951 estuvieron muy bien organizados. La ceremonia inaugural fue muy linda, el estadio de Racing estaba lleno. La verdad es que la gente acompañó mucho durante toda la competición. Me acuerdo del desfile de las delegaciones de todos lo países, en la que vestimos los uniformes argentinos. Eramos un montón de atletas de América, todos unidos en esa fiesta del deporte. Lo mismo ocurrió en la ceremonia de Clausura, en la que hubo coreografías y fuegos artificiales. Tengo gratos recuerdos de aquellos días” rememoró Ricardo González, base de la Selección argentina de básquetbol.

El básquetbolista señaló que “a nosotros se nos dificultaba poder disfrutar de las actuaciones de los demás deportistas. Con el básquetbol, como llegábamos a las instancias finales, jugábamos todos los días. Lo mismo nos ocurría en los Juegos Olímpicos. Muchos atletas hablan de la Villa y de presenciar las competencias de sus compatriotas y de las principales figuras mundiales, pero lo cierto es que la exigencia del básquetbol nos impedía salir de nuestro ambiente. Hemos llegado a jugar dos partidos en un mismo día. Lo que sí tuve la suerte de poder presenciar, porque nuestro equipo no llegó a la definición, fue la victoria de Delfo Cabrera en el maratón de los Juegos de Londres 1948. Fue histórico.

“Para afrontar los Panamericanos de 1951 no pudimos prepararnos de la misma manera que lo habíamos hecho cinco meses antes, en la consagración como campeones del Mundo en Buenos Aires. Recuerdo que nos concentrábamos en un complejo en Ezeiza que era muy bueno, tenía un hospital y todo, pero para entrenar teníamos que hacer una hora y media de viaje hasta GEBA (club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires)”, agregó.

Recordó que diez días antes de que comenzaran los Juegos, “el Presidente Juan Domingo Perón nos vino a visitar y se dio cuenta de las condiciones en las que estábamos realizando la preparación. Inmediatamente encomendó que se solucionara nuestra situación. Gracias a eso nos consiguieron un buen lugar en San Fernando donde pudimos hospedarnos y entrenar”.

“Tuvimos una performance bastante buena en los Juegos y nos quedamos con la medalla de plata (el oro fue para Estados Unidos), a pesar de que falló la organización del básquetbol en la etapa de la preparación. Porque para afrontar un torneo es necesario que el plantel esté junto al menos durante un mes, todo el día entrenando”, explicó.

González consideró que “la clave en un juego colectivo es el grupo. El grupo tiene mucho que ver, tanto los jugadores, como el entrenador, el preparador físico, el médico. Y nosotros habíamos logrado conformar un gran grupo”.

“Los triunfos de los atletas siempre dejan secuelas. Sobre todo en los más chicos, quienes se ven reflejados en sus ídolos y empiezan a practicar deporte, como pasó con Guillermo Vilas y el tenis. Nosotros hicimos muchas giras por el interior del país. Fuimos a jugar a Córdoba, Mendoza, Jujuy. Es muy importante que el deporte se difunda desde las escuelas primarias y secundarias. Los campeones surgen allí porque muchos van a seguir compitiendo. El deporte ayuda a tener la mente sana y a rescatar a los chicos que están en la calle”, sostuvo.

Finalmente, el integrante de la Selección Argentina campeona panamericana recordó la injusta suspensión que le aplicó a él y a muchos otros deportistas la dictadura militar que impulsó el golpe de estado contra el segundo Gobierno constitucional de Juan Perón el 16 de septiembre de 1955.

“En 1956 fuimos inhabilitados para seguir compitiendo por la Revolución Libertadora. Yo tenía 31 años y sentía que podía seguir representando al país sin ningún tipo de inconvenientes. Había un montón de jóvenes atletas de 20 años que tenían una proyección impresionante. Pero los militares cortaron el impulso que traía el deporte y se perdió el esfuerzo de muchos años de trabajo. Lamentablemente, no pudimos ir a los Juegos Olímpicos de Melbourne. Fue una lástima. Recién a los 40 pude volver con los veteranos, para sacarme las ganas que tenía de jugar”, explicó González.