15.3.11

REVISIONISMO ARTÍSTICO DE ANDRÉS ZERNERI

La puerta de su estudio ya remarca su contacto con la gente, el buzón de las cartas está abierto para que cualquier persona pueda aportar una llave u otro pequeño objeto de bronce para la realización de una escultura dedicada a la mujer originaria y así intentar reemplazar a la del ex presidente Roca.  El artista plástico Andrés Zerneri, conocido por su monumento al Che Guevara en Rosario hecho con llaves donadas por el público, cuenta de sus experiencias y futuros proyectos.

- Ya habías hecho un monumento del Che cuando decidiste empezar con esta de la mujer originaria, ¿por qué hacer otra?

- Cuando terminamos en monumento del Che, Osvaldo Bayer sugirió que sería bueno rendirles homenaje a los pueblos originarios con el mismo sistema. Para los que estábamos comprometidos y teníamos la experiencia de dos años y medio de trabajo no fue volver a empezar sino más bien darle continuidad a lo que estábamos haciendo. Como se diría en balística, es una trayectoria con varios puntos concatenados. Sólo que cambiamos el sujeto pero lo hacemos con el mismo criterio que es el de transmitir valores a las generaciones futuras.

- ¿Cuál es el criterio con el que elegís a los personajes que representás?

- En el caso del monumento al Che no esta hecho para la militancia. Está hecho para el que no lo conoce. Sino, le hubiera hecho caso a todos los que me dijeron que lo tenía que hacer con un fusil. Pero mi intención es que los más jóvenes tomen al Che desde un punto de vista político. Después si quieren agarrar un fusil que lo hagan. Pero el símbolo escultórico habla del Che como político. Ni porque era lindo, ni porque era rebelde, sino un hombre que tenía un proyecto.

Con el de la mujer originaria pasa lo mismo. Es impensable sin una sucesión de pasos previos donde miles de personas reciben información que no tenían. Va dirigido a todos aquellos que no saben que en nuestro país se hablan 14 lenguas o que el 61% de la población tiene un vínculo genético con los pueblos originarios.

- ¿Tenías alguna experiencia previa con los pueblos originarios en torno al arte?

- Yo viví en Neuquén varios años. El comienzo de mi militancia fue cerca de los mapuches hace diecisiete años más o menos por un asunto de reclamo de tierras. Y ahí ya había una ligazón muy grande con el arte porque la idea era siempre ser creativo y renovar el discurso para llamar la atención y sumar más gente a las filas. Yo me fui creando en esas dos vías. Se fue dando un lenguaje que permitía decir artísticamente lo que pensaba políticamente.

- ¿Cómo imaginaste qué formas iban a tomar las esculturas?

- Con las del Che, lo que yo no quería es que alguien diga “y… esa es la visión del artista” que es lo que pasa cuando una escultura queda muy fea. No quería que fuera la mirada loca del artista, sino una forma figurativa, concreta; el Che que vería la gente. La idea era que reflejara movimiento y naturalidad, no un pose típica de iconografía heroica. Sin embargo, como la hice en el lobby de mi estudio, nunca pude verla completa desde una distancia prudente. Cuando la estaban subiendo al barco para llevarla a Rosario estaba avergonzadísimo porque me parecía una cagada. Me parecía que no tenía gracia, como un muñeco de torta. Pero ya estaba hecha así que…. bue. (risas)

Por otro lado, cuando empecé la de la mujer originaria, la idea fue consultar con las comunidades y buscar una imagen que los representara. El hecho de que fuera una mujer surgió de poder generalizar al género humano en la imagen de una mujer como contrapunto de lo que en general sucede; la escultura te permite hacer eso. Lo central es mostrar nativos altivos, orgullosos de serlo y no atemorizados.

- ¿Es una escultura con mirada política?

- Esta escultura tiene un tono político porque es un monumento a los pueblos originarios. Además va a ser la más grande construida en bronce en Argentina. Eso vuelve posible que gane copetes y recuadros en diarios que jamás les darían espacio a los pueblos originarios. En esta escultura se calcula que van a participar 45.000 personas, no entender la voluntad de toda esa gente sería desoír una importante expresión popular.

 - ¿Esta mirada cambió la relación con tus colegas?

 - Una vez me llamó por teléfono un señor y me dijo “¿Quién se cree que es usted para arrogarse el derecho de hacer esas esculturas sin concurso ni proyectos?”, como si yo fuera el Estado. El tipo resultó ser el presidente de la sociedad de escultores o algo así. Hay gente a la que le cae mal cuando alguien saca un poco la cabeza a decir o hacer algo. No es mi intención ofender a nadie. En el arte hay espacio para todas las líneas de pensamiento.

 - ¿Te emociona más hacer obras que comprenden tamaña cantidad de gente y recursos que, por ejemplo, pintar un cuadro?

- Sí, totalmente. Ahora pintar me parece lo más aburrido del mundo. Pero lo que sostiene que yo me siga viendo como pintor, como artista plástico, es lo copado que es cuando la gente mira un cuadro que partió de una visión particular y lo transforma en un hecho colectivo. Y además, el formato cuadro está bueno porque es algo más espontáneo.

Por otro lado, si lo pienso, antes de hacer la escultura del Che vendía más cuadros. La izquierda no es un público ávido de comprar cuadros. Así que si alguno pensaba que la hacía para ser más conocido, se equivocó. (risas)

- Retomando la metáfora de la balística, ¿imaginás más puntos en este recorrido?

- Sí, sí. Lo más probable es que antes de terminar el monumento a la mujer originaria ya empiece con otros. Seguramente con otros materiales pero todos rindiendo homenajes a los luchadores populares y con la mayor participación que sea posible. Por ahora ya empecé con los bustos de Germán Abdala, Jaime Nevares. Quiero hacer a Angelelli también. Además quiero hacer algo respecto del Padre Mujica pero con los chicos de la villa 31 a los que le doy clases de escultura. Porque ellos y su realidad tienen mucho que ver con él.

- ¿Sentís que con todo esto estás haciendo una especie de revisionismo artístico?

- Con esta escultura no vamos a hacer la revolución. El objetivo más importante de todos es que la escultura sea la voluntad del pueblo, que sirva para decir que los pueblos originarios no sólo tienen relación con el pasado sino también con el presente y el futuro. Y cuando hablás de sus derechos, no es simplemente recordar con pena sino recuperarlos. Recuperar sus tierras, sus lenguas y su cultura.


Los interesados en acercar sus llaves pueden hacerlo en Cabrera 3653, Ciudad de Buenos Aires o en algunos de los centros de acopios que se pueden consultar en la página de Internet del Monumento a la Mujer Originaria.


Fuente: Nos Digital