En la lógica de los medios, hay muertes que son cifras, números. Y que sólo mantienen la atención en la medida que crecen, que se multiplican. En febrero, hubo un hecho que marcó a fuego esta condición: el fallecimiento en cadena de 8 chicos en comunidades aborígenes de Salta, en medio de la pobreza, el hambre y el abandono estatal. Un drama cuya profundidad también quedó atrapada entre los posicionamientos políticos de los diarios: lo que para algunos fue desnutrición, para otros fue deshidratación y para todos fue una urgencia por cuantificar los fallecidos, como si de un desastre natural se tratara. Incluso llegando a dar por muertos a chicos que estaban vivos.
El Capítulo Infancia de Periodismo Social analizó 45 notas referidas al tema, publicadas por 22 diarios de todo el país entre el 1 y el 14 de febrero en las que el verdadero drama de los pueblos originarios quedó oculto en las coberturas: el nulo acceso de parte de los chicos indígenas al sistema de salud durante toda su vida; la ineficacia de los planes de ayuda social; la existencia de comunidades enteras que en pleno siglo XXI no tienen servicios básicos como el agua potable; la pobreza extrema; la desprotección estatal y la discriminación a la que a veces son sometidos cuando van en busca de asistencia médica.
Desnutrición, deshidratación: ¿y todo lo otro?
En total, los fallecimientos informados por los medios fueron 8, entre el 1 de febrero y el 14. Las causas de las dos primeras muertes (publicadas el 1 de febrero) fueron informadas por el Ministerio de Salud de la provincia de Salta: "deshidratación, ya que presentaban cuadros de diarrea y vómitos". El 4 de febrero, se conoció la tercera muerte y esta vez el certificado médico aseguró que fue un shock séptico por desnutrición. Sin embargo, fue presentado como el tercer caso fatal en una semana por algunos medios, cuando en verdad se trataba del primero que oficialmente era reconocido como tal. De ahí en más, la selección de palabras para titular pareció más forzada que otra cosa. Y la confusión fue en aumento.
Al menos el 12 por ciento de los diarios monitoreados titularon con la palabra “deshidratación", el 50 por ciento con "desnutrición", el 9 por ciento con la palabra "hambre" y el 29 por ciento restante descartó esas opciones y eligió títulos como "murió otro chico aborigen" o "dudas en torno de la muerte de una beba aborigen en Salta". Es decir, la tentación fue la de siempre: poner el acento en un problema y desconocer que se trata algo mucho más complejo.
Zulma Ortiz, especialista en salud de UNICEF, asegura que "no es ni deshidratación, ni desnutrición, ni una cosa ni la otra. Es una problemática socioeconómica y sanitaria que emerge con un problema más visible, pero el problema es estructural: falta de educación, falta de políticas públicas que se hayan sostenido en el tiempo, falta de un enfoque intercultural que incluya a las propias comunidades tomando sus propias decisiones".
"En general, el papel de los medios dejó mucho que desear", sintetiza Lino Chara, de la Red de Comunicadores Indígenas, una organización que nuclea a periodistas y comunicadores de pueblos originarios de cinco provincias: Chaco, Formosa, Santa Fe, Salta y Jujuy. Según Chara, "en primer lugar, pensar que sólo es desnutrición o deshidratación es engañoso, cualquier periodista que haya ido al lugar sabe que son un montón de problemas, no sólo eso, es una reducción que no explica el problema, en los que hay cuestiones sanitarias, alimentarias, educativas y creo que hasta abandono de persona sería bueno que se hable de eso ¿no?".
Por su lado, Rubén Tapia, gerente hasta la semana pasada del Hospital de Tartagal, se refirió en una entrevista a la diferencia que existe entre un caso de desnutrición y un caso de deshidratación: "Aunque suene parecido, no es lo mismo. Hay que tener en cuenta que el 70% del cuerpo es agua, por lo tanto un mayor o un menor que no ingiere la cantidad necesaria por día de agua segura, se muere", aseguró, y agregó: "Sea un niño, o un adulto el que fallece por deshidratación, pierde muy rápidamente masa muscular, lo cual no significa que haya estado desnutrido. Por lo tanto, ante un caso de fallecimiento, debe analizarse cuál era la situación del paciente previo al cuadro de deshidratación".
Una recomendación que algunos medios no tuvieron en cuenta
Vaya un caso de ejemplo: un bebé de apellido Torres, que fue cambiando la causa de la muerte según el diario en el que se publicaba: mientras por un lado se aseguraba el 10 de febrero que había muerto por desnutrición, otros diarios ese mismo día confirmaban que "en un principio se reportó que el niño se encontraba desnutrido, pero esa información fue negada por sus allegados. Lo llamativo es que el dato erróneo nunca fue rectificado.
La muerte que no fue y un pedido de disculpas
Uno de los errores más dolorosos en la cobertura del tema fue el caso de la beba Analía López, dada por muerta por el diario El Tribuno de Salta, pero que en realidad estaba viva y recuperándose junto a su madre de un cuadro de desnutrición sufrido en enero. Esa nota se publicó el lunes 7 de febrero. El jueves 10, en un editorial titulado un error que nos duele, el diario explicó cómo surgió la confusión y pidió las disculpas a la familia y sus lectores. El tema ya había rebotado en medios de todo el país, aunque tuvo mucha repercusión en Salta, donde generó gran debate entre los periodistas. En esos días, la propia madre de la nena también aclaró la situación y dijo que "gracias a Dios mi bebé está sana, está bien y está viva, no muerta".
Los temas que explican las muertes pero no fueron abordados
"No sólo de pan vive el hombre. De nada sirve que alimente a un chico si lo devuelvo al ambiente hostil en el que vive. Hay gente que cree que la pobreza es mala distribución de la riqueza, que si vos distribuís la riqueza el problema se acaba. Si usted reparte plata a la gente embrutecida siguen tan brutos como antes, y tan pobres como antes. Lo que hay que hacer es educar, educar, educar", señaló, en una entrevista con el Capítulo Infancia, Abel Albino, médico pediatra, fellow de Ashoka y presidente de la Coordinadora para la Nutrición Infantil (Conin), desde la que lucha contra la desnutrición.
Albino, vale aclararlo, fue uno de los pocos especialistas consultados por los medios. En total, la voz de expertos en el tema no superó el 11 por ciento del total de fuentes oídas. Y continúa Albino: "Es como si yo quiero cargar un tanque de nafta que está pinchado en 17 lugares, nunca lo voy a terminar de llenar porque se está vaciando, entonces yo le puedo saciar el hambre momentáneo, pero nunca combatiré la desnutrición sino tapo todos estos agujeros. Lo que se necesita es educación nutricional, educación para la salud, lactancia materna, jardines maternales, jardines infantiles, estimulación temprana, escuelas de artes y oficios, escuelas de educación agraria, lecto-escritura para analfabetos, escuelas para padres, documentación y legalización de la familia. Así se combate la desnutrición: si yo doy de comer y no estimulo sigo teniendo un niño desnutrido".
Sin embargo, los datos que permitan a los lectores entender el problema en toda su complejidad estuvieron ausentes.
Según el relevamiento hecho por el Capítulo Infancia, apenas el 20 por ciento de las notas profundizaron en la pobreza en la que viven las comunidades indígenas salteñas, el 11,1 por ciento habló del deficitario sistema de salud que debería ocuparse de ellos y sólo el 4,4 por ciento incorporó a las crónicas el tema de las políticas públicas que podrían solucionar el problema de una vez por todas. Repasemos algunos datos.
La mitad come menos de cuatro comidas por día
Los chicos que nacen en comunidades aborígenes parecen estar condenados de antemano al abandono estatal. Según la publicación Situación de la infancia y la adolescencia indígena, de UNICEF, "casi la mitad de los niños indígenas ingiere menos de cuatro comidas diarias, y en consecuencia es probable que sufran desnutrición y cuadros de anemia que, a su vez, los hacen vulnerables frente a otras enfermedades".
Otro dato a tener en cuenta para entender la situación es que "la mayoría de los chicos indígenas se atiende toda su vida en centros de salud o puestos sanitarios, sin acceder a especialistas o atención de mayor complejidad. También pueden recibir la visita de un agente sanitario, pero depende de la distancia y de la existencia del recurso humano que, en general, para las zonas rurales suele ser escaso. El acceso geográfico determina, en gran parte, la atención de salud de las niñas y niños indígenas. La falta de recursos hace que las mujeres tengan dificultades para movilizarse con sus hijos a los centros de salud, que se caracterizan por su dispersión y difícil acceso", agrega el informe.
Octorina Zamora es una dirigente wichí, que siguió atentamente las noticias sobre el tema y no disimula su angustia. Habló con Capítulo Infancia y aseguró que "en la antigüedad tener una familia desnutrida en nuestras comunidades era una vergüenza. Hoy somos conocidos a través de los medios por todo esto: hambre o deshidratación, es lo mismo. Hay comunidades que no tienen pozo de agua ni un pozo de tierra siquiera para hacerlo. Antes el Estado nos combatía con armas de fuego, hoy es con el hambre, con el despojo. De pronto, hoy en el norte es más importante tener un sembradío de soja que delimitar los territorios indígenas; a raíz de eso nuestro pueblo termina siendo acorralado por estas empresas sin la oportunidad de la sobrevivencia. Y de eso los medios no hablan, nadie dice nada".
Madres y embarazadas: hasta un año sin ver un agente sanitario
Según el mismo informe de UNICEF, la atención a las embarazadas indígenas es particularmente grave. En Santa Fe, Chaco, Ciudad de Buenos Aires, Salta, Misiones y Santiago del Estero, así como en las regiones Metropolitana, Pampeana y NOA, la cobertura de salud alcanza a menos de ocho de cada diez mujeres indígenas. En muchos casos pasan hasta 12 meses sin ser visitadas por un agente de salud del Estado. La salud materno-infantil también es deficitaria. Seis de cada diez muertes neonatales podrían prevenirse con un diagnóstico y tratamiento oportuno, controles durante el embarazo, educación en cuidado materno y atención en el parto, agrega.
A esto se suman las falencias en la toma de exámenes y tratamiento temprano a embarazadas para detectar enfermedades como el Chagas, mal endémico en provincias del Norte de nuestro país, y que son transmitidas de madre a hijo durante el embarazo.
El 40 % de las mujeres indígenas ve discriminación en los hospitales
Marcelino Pérez es tío de una de las nenas que murió en Salta el último mes. Además del dolor, en una entrevista con Clarín reconoció uno de las causas que explican el drama de los pueblos indígenas: la discriminación. Aseguró: "Somos discriminados, porque a los criollos los tratan bien y con respeto. A un mataco, no. Si te dan un turno para que te atiendan igual te tienen horas esperando en la guardia".
El informe de UNICEF, señala que la discriminación es una de las barreras que más dificulta el acceso a los servicios sanitarios. De cada diez mujeres indígenas, cuatro piensan que en los hospitales y en las postas de salud las discriminan por motivos raciales, y por lo tanto no establecen una relación de confianza con el médico o la médica que las atiende.
El mismo informe rescata dos testimonios muy valiosos para entender la distancia que separa al sistema sanitario tradicional de las comunidades indígenas:
Margarita, una mujer wichí, afirma: "En los hospitales no siempre nos tratan bien. A mí me ha pasado que he estado toda la noche esperando un turno que me tendrían que haber dado acá, en la salita. Nos hacen esperar porque somos wichí. Yo así, no vuelvo más".
Fermina, también wichí, habla sobre la vergüenza a la que se exponen las mujeres indígenas al presentarse a una consulta: "A las mujeres les da mucha vergüenza. A veces van a la posta de salud porque tienen hemorragias y le dicen al médico que les duele la cabeza para que les de una pastilla cualquiera, porque piensan que con eso se van a curar. Muchas veces no se animan a decirle al médico o al enfermero lo que les pasa porque piensan que van a hablar mal de ellas".
La cuestión cultural: una forma de desviar la responsabilidad
Uno de los episodios que conviene repasar sobre las muertes en Salta fue la declaración del gobernador provincial Juan Manuel Urtubey, que atribuyó "parte de la mala situación socioeconómico de los aborígenes a factores culturales de las comunidades" y en el mismo tono aseguró que los miembros de los pueblos indígenas no tienen costumbre de ir a los hospitales.
Esas declaraciones fueron publicadas por casi todos los medios, sin que nadie cuestione un tema central: es obligación del Estado garantizar el acceso a la salud de todos sus habitantes y llevar la atención sanitaria a todos los rincones.
"Estoy de acuerdo con que dice Urtubey y sus funcionarios, pero con una variante. Es una cuestión cultural nuestra, que no sabemos abordar otra cultura, no sabemos respetar. El problema es nuestro. Un centro de salud, según nuestras leyes, está obligado a tener dispositivos, elementos, estrategias de abordaje intercultural: desde una guía a una persona que traduzca al que viene y no habla español. Eso está por ley. El problema es nuestro y no del otro que no se comunica, yo estoy obligado como Estado a tratarlo, a cuidarlo, a que no se enferme, pero no se hace mucho para tratar de entender qué es lo que necesita", asegura Ortiz.
Chicos invisibles, lejos de la contención del Estado
Finalmente, un aspecto poco abordado por los medios: en plena instrumentación de la Asignación Universal por Hijo ¿por qué hay mujeres wichíes que aseguran no recibir ninguna ayuda del Estado? Eso es posible, admitido por la propia ANSES, porque todavía hay personas que están indocumentadas en nuestro país y más aún dentro de las comunidades indígenas. Según se señala, muchos niños se encuentran invisibilizados por no haber sido registrados al nacer.
En Argentina, muchas de las comunidades se ubican geográficamente lejos de los centros urbanos, y a esto se suma la falta de acceso a la información adecuada para la protección de sus derechos. Estos factores dificultan el registro oportuno del nacimiento y la consecuente obtención del DNI, trámite que actualmente es gratuito.
La falta de documentación, es decir, el no estar registrado para la comunidad como una persona que ha nacido, ocasiona otras violaciones de derechos y genera nuevas vulnerabilidades: dificulta la inscripción en la escuela, la atención en los centros de salud y la inscripción en los planes sociales de ayuda, entre otras tramitaciones que requieren de un documento de identidad, afirma UNICEF en su informe.
Y sobre este punto, Ortiz asegura: "Es difícil que se lance un plan de esa naturaleza y tener una cobertura al 100 % a los pocos meses. Hay otra cosa más grave: en nuestro país no hay un sistema de información que considere la variable étnica para hacer un análisis. Entonces, qué es primero: ¿garantizar el acceso universal o discutir por qué no tenemos la variable étnica y saber lo que les pasa a las comunidades indígenas de nuestro país. Hay discusiones previas y por ello caemos en la banalidad de tratar esto superficialmente. No tenemos un sistema de información. Mueren 9 mil chicos por año en Argentina, cuántos de ellos son indígenas no lo sabemos. Cómo podemos diseñar políticas si no tenemos esa información". Un desafío pendiente para todos.
Fuente: Periodismo Social
El Capítulo Infancia de Periodismo Social analizó 45 notas referidas al tema, publicadas por 22 diarios de todo el país entre el 1 y el 14 de febrero en las que el verdadero drama de los pueblos originarios quedó oculto en las coberturas: el nulo acceso de parte de los chicos indígenas al sistema de salud durante toda su vida; la ineficacia de los planes de ayuda social; la existencia de comunidades enteras que en pleno siglo XXI no tienen servicios básicos como el agua potable; la pobreza extrema; la desprotección estatal y la discriminación a la que a veces son sometidos cuando van en busca de asistencia médica.
Desnutrición, deshidratación: ¿y todo lo otro?
En total, los fallecimientos informados por los medios fueron 8, entre el 1 de febrero y el 14. Las causas de las dos primeras muertes (publicadas el 1 de febrero) fueron informadas por el Ministerio de Salud de la provincia de Salta: "deshidratación, ya que presentaban cuadros de diarrea y vómitos". El 4 de febrero, se conoció la tercera muerte y esta vez el certificado médico aseguró que fue un shock séptico por desnutrición. Sin embargo, fue presentado como el tercer caso fatal en una semana por algunos medios, cuando en verdad se trataba del primero que oficialmente era reconocido como tal. De ahí en más, la selección de palabras para titular pareció más forzada que otra cosa. Y la confusión fue en aumento.
Al menos el 12 por ciento de los diarios monitoreados titularon con la palabra “deshidratación", el 50 por ciento con "desnutrición", el 9 por ciento con la palabra "hambre" y el 29 por ciento restante descartó esas opciones y eligió títulos como "murió otro chico aborigen" o "dudas en torno de la muerte de una beba aborigen en Salta". Es decir, la tentación fue la de siempre: poner el acento en un problema y desconocer que se trata algo mucho más complejo.
Zulma Ortiz, especialista en salud de UNICEF, asegura que "no es ni deshidratación, ni desnutrición, ni una cosa ni la otra. Es una problemática socioeconómica y sanitaria que emerge con un problema más visible, pero el problema es estructural: falta de educación, falta de políticas públicas que se hayan sostenido en el tiempo, falta de un enfoque intercultural que incluya a las propias comunidades tomando sus propias decisiones".
"En general, el papel de los medios dejó mucho que desear", sintetiza Lino Chara, de la Red de Comunicadores Indígenas, una organización que nuclea a periodistas y comunicadores de pueblos originarios de cinco provincias: Chaco, Formosa, Santa Fe, Salta y Jujuy. Según Chara, "en primer lugar, pensar que sólo es desnutrición o deshidratación es engañoso, cualquier periodista que haya ido al lugar sabe que son un montón de problemas, no sólo eso, es una reducción que no explica el problema, en los que hay cuestiones sanitarias, alimentarias, educativas y creo que hasta abandono de persona sería bueno que se hable de eso ¿no?".
Por su lado, Rubén Tapia, gerente hasta la semana pasada del Hospital de Tartagal, se refirió en una entrevista a la diferencia que existe entre un caso de desnutrición y un caso de deshidratación: "Aunque suene parecido, no es lo mismo. Hay que tener en cuenta que el 70% del cuerpo es agua, por lo tanto un mayor o un menor que no ingiere la cantidad necesaria por día de agua segura, se muere", aseguró, y agregó: "Sea un niño, o un adulto el que fallece por deshidratación, pierde muy rápidamente masa muscular, lo cual no significa que haya estado desnutrido. Por lo tanto, ante un caso de fallecimiento, debe analizarse cuál era la situación del paciente previo al cuadro de deshidratación".
Una recomendación que algunos medios no tuvieron en cuenta
Vaya un caso de ejemplo: un bebé de apellido Torres, que fue cambiando la causa de la muerte según el diario en el que se publicaba: mientras por un lado se aseguraba el 10 de febrero que había muerto por desnutrición, otros diarios ese mismo día confirmaban que "en un principio se reportó que el niño se encontraba desnutrido, pero esa información fue negada por sus allegados. Lo llamativo es que el dato erróneo nunca fue rectificado.
La muerte que no fue y un pedido de disculpas
Uno de los errores más dolorosos en la cobertura del tema fue el caso de la beba Analía López, dada por muerta por el diario El Tribuno de Salta, pero que en realidad estaba viva y recuperándose junto a su madre de un cuadro de desnutrición sufrido en enero. Esa nota se publicó el lunes 7 de febrero. El jueves 10, en un editorial titulado un error que nos duele, el diario explicó cómo surgió la confusión y pidió las disculpas a la familia y sus lectores. El tema ya había rebotado en medios de todo el país, aunque tuvo mucha repercusión en Salta, donde generó gran debate entre los periodistas. En esos días, la propia madre de la nena también aclaró la situación y dijo que "gracias a Dios mi bebé está sana, está bien y está viva, no muerta".
Los temas que explican las muertes pero no fueron abordados
"No sólo de pan vive el hombre. De nada sirve que alimente a un chico si lo devuelvo al ambiente hostil en el que vive. Hay gente que cree que la pobreza es mala distribución de la riqueza, que si vos distribuís la riqueza el problema se acaba. Si usted reparte plata a la gente embrutecida siguen tan brutos como antes, y tan pobres como antes. Lo que hay que hacer es educar, educar, educar", señaló, en una entrevista con el Capítulo Infancia, Abel Albino, médico pediatra, fellow de Ashoka y presidente de la Coordinadora para la Nutrición Infantil (Conin), desde la que lucha contra la desnutrición.
Albino, vale aclararlo, fue uno de los pocos especialistas consultados por los medios. En total, la voz de expertos en el tema no superó el 11 por ciento del total de fuentes oídas. Y continúa Albino: "Es como si yo quiero cargar un tanque de nafta que está pinchado en 17 lugares, nunca lo voy a terminar de llenar porque se está vaciando, entonces yo le puedo saciar el hambre momentáneo, pero nunca combatiré la desnutrición sino tapo todos estos agujeros. Lo que se necesita es educación nutricional, educación para la salud, lactancia materna, jardines maternales, jardines infantiles, estimulación temprana, escuelas de artes y oficios, escuelas de educación agraria, lecto-escritura para analfabetos, escuelas para padres, documentación y legalización de la familia. Así se combate la desnutrición: si yo doy de comer y no estimulo sigo teniendo un niño desnutrido".
Sin embargo, los datos que permitan a los lectores entender el problema en toda su complejidad estuvieron ausentes.
Según el relevamiento hecho por el Capítulo Infancia, apenas el 20 por ciento de las notas profundizaron en la pobreza en la que viven las comunidades indígenas salteñas, el 11,1 por ciento habló del deficitario sistema de salud que debería ocuparse de ellos y sólo el 4,4 por ciento incorporó a las crónicas el tema de las políticas públicas que podrían solucionar el problema de una vez por todas. Repasemos algunos datos.
La mitad come menos de cuatro comidas por día
Los chicos que nacen en comunidades aborígenes parecen estar condenados de antemano al abandono estatal. Según la publicación Situación de la infancia y la adolescencia indígena, de UNICEF, "casi la mitad de los niños indígenas ingiere menos de cuatro comidas diarias, y en consecuencia es probable que sufran desnutrición y cuadros de anemia que, a su vez, los hacen vulnerables frente a otras enfermedades".
Otro dato a tener en cuenta para entender la situación es que "la mayoría de los chicos indígenas se atiende toda su vida en centros de salud o puestos sanitarios, sin acceder a especialistas o atención de mayor complejidad. También pueden recibir la visita de un agente sanitario, pero depende de la distancia y de la existencia del recurso humano que, en general, para las zonas rurales suele ser escaso. El acceso geográfico determina, en gran parte, la atención de salud de las niñas y niños indígenas. La falta de recursos hace que las mujeres tengan dificultades para movilizarse con sus hijos a los centros de salud, que se caracterizan por su dispersión y difícil acceso", agrega el informe.
Octorina Zamora es una dirigente wichí, que siguió atentamente las noticias sobre el tema y no disimula su angustia. Habló con Capítulo Infancia y aseguró que "en la antigüedad tener una familia desnutrida en nuestras comunidades era una vergüenza. Hoy somos conocidos a través de los medios por todo esto: hambre o deshidratación, es lo mismo. Hay comunidades que no tienen pozo de agua ni un pozo de tierra siquiera para hacerlo. Antes el Estado nos combatía con armas de fuego, hoy es con el hambre, con el despojo. De pronto, hoy en el norte es más importante tener un sembradío de soja que delimitar los territorios indígenas; a raíz de eso nuestro pueblo termina siendo acorralado por estas empresas sin la oportunidad de la sobrevivencia. Y de eso los medios no hablan, nadie dice nada".
Madres y embarazadas: hasta un año sin ver un agente sanitario
Según el mismo informe de UNICEF, la atención a las embarazadas indígenas es particularmente grave. En Santa Fe, Chaco, Ciudad de Buenos Aires, Salta, Misiones y Santiago del Estero, así como en las regiones Metropolitana, Pampeana y NOA, la cobertura de salud alcanza a menos de ocho de cada diez mujeres indígenas. En muchos casos pasan hasta 12 meses sin ser visitadas por un agente de salud del Estado. La salud materno-infantil también es deficitaria. Seis de cada diez muertes neonatales podrían prevenirse con un diagnóstico y tratamiento oportuno, controles durante el embarazo, educación en cuidado materno y atención en el parto, agrega.
A esto se suman las falencias en la toma de exámenes y tratamiento temprano a embarazadas para detectar enfermedades como el Chagas, mal endémico en provincias del Norte de nuestro país, y que son transmitidas de madre a hijo durante el embarazo.
El 40 % de las mujeres indígenas ve discriminación en los hospitales
Marcelino Pérez es tío de una de las nenas que murió en Salta el último mes. Además del dolor, en una entrevista con Clarín reconoció uno de las causas que explican el drama de los pueblos indígenas: la discriminación. Aseguró: "Somos discriminados, porque a los criollos los tratan bien y con respeto. A un mataco, no. Si te dan un turno para que te atiendan igual te tienen horas esperando en la guardia".
El informe de UNICEF, señala que la discriminación es una de las barreras que más dificulta el acceso a los servicios sanitarios. De cada diez mujeres indígenas, cuatro piensan que en los hospitales y en las postas de salud las discriminan por motivos raciales, y por lo tanto no establecen una relación de confianza con el médico o la médica que las atiende.
El mismo informe rescata dos testimonios muy valiosos para entender la distancia que separa al sistema sanitario tradicional de las comunidades indígenas:
Margarita, una mujer wichí, afirma: "En los hospitales no siempre nos tratan bien. A mí me ha pasado que he estado toda la noche esperando un turno que me tendrían que haber dado acá, en la salita. Nos hacen esperar porque somos wichí. Yo así, no vuelvo más".
Fermina, también wichí, habla sobre la vergüenza a la que se exponen las mujeres indígenas al presentarse a una consulta: "A las mujeres les da mucha vergüenza. A veces van a la posta de salud porque tienen hemorragias y le dicen al médico que les duele la cabeza para que les de una pastilla cualquiera, porque piensan que con eso se van a curar. Muchas veces no se animan a decirle al médico o al enfermero lo que les pasa porque piensan que van a hablar mal de ellas".
La cuestión cultural: una forma de desviar la responsabilidad
Uno de los episodios que conviene repasar sobre las muertes en Salta fue la declaración del gobernador provincial Juan Manuel Urtubey, que atribuyó "parte de la mala situación socioeconómico de los aborígenes a factores culturales de las comunidades" y en el mismo tono aseguró que los miembros de los pueblos indígenas no tienen costumbre de ir a los hospitales.
Esas declaraciones fueron publicadas por casi todos los medios, sin que nadie cuestione un tema central: es obligación del Estado garantizar el acceso a la salud de todos sus habitantes y llevar la atención sanitaria a todos los rincones.
"Estoy de acuerdo con que dice Urtubey y sus funcionarios, pero con una variante. Es una cuestión cultural nuestra, que no sabemos abordar otra cultura, no sabemos respetar. El problema es nuestro. Un centro de salud, según nuestras leyes, está obligado a tener dispositivos, elementos, estrategias de abordaje intercultural: desde una guía a una persona que traduzca al que viene y no habla español. Eso está por ley. El problema es nuestro y no del otro que no se comunica, yo estoy obligado como Estado a tratarlo, a cuidarlo, a que no se enferme, pero no se hace mucho para tratar de entender qué es lo que necesita", asegura Ortiz.
Chicos invisibles, lejos de la contención del Estado
Finalmente, un aspecto poco abordado por los medios: en plena instrumentación de la Asignación Universal por Hijo ¿por qué hay mujeres wichíes que aseguran no recibir ninguna ayuda del Estado? Eso es posible, admitido por la propia ANSES, porque todavía hay personas que están indocumentadas en nuestro país y más aún dentro de las comunidades indígenas. Según se señala, muchos niños se encuentran invisibilizados por no haber sido registrados al nacer.
En Argentina, muchas de las comunidades se ubican geográficamente lejos de los centros urbanos, y a esto se suma la falta de acceso a la información adecuada para la protección de sus derechos. Estos factores dificultan el registro oportuno del nacimiento y la consecuente obtención del DNI, trámite que actualmente es gratuito.
La falta de documentación, es decir, el no estar registrado para la comunidad como una persona que ha nacido, ocasiona otras violaciones de derechos y genera nuevas vulnerabilidades: dificulta la inscripción en la escuela, la atención en los centros de salud y la inscripción en los planes sociales de ayuda, entre otras tramitaciones que requieren de un documento de identidad, afirma UNICEF en su informe.
Y sobre este punto, Ortiz asegura: "Es difícil que se lance un plan de esa naturaleza y tener una cobertura al 100 % a los pocos meses. Hay otra cosa más grave: en nuestro país no hay un sistema de información que considere la variable étnica para hacer un análisis. Entonces, qué es primero: ¿garantizar el acceso universal o discutir por qué no tenemos la variable étnica y saber lo que les pasa a las comunidades indígenas de nuestro país. Hay discusiones previas y por ello caemos en la banalidad de tratar esto superficialmente. No tenemos un sistema de información. Mueren 9 mil chicos por año en Argentina, cuántos de ellos son indígenas no lo sabemos. Cómo podemos diseñar políticas si no tenemos esa información". Un desafío pendiente para todos.
Fuente: Periodismo Social