23.3.12

LIBROS DE MEMORIA VIVA

“Cantamos porque el río está sonando, y cuando el río suena, suena el río. Cantamos porque el cruel no tiene nombre y en cambio tiene nombre su destino. Cantamos porque el niño y porque todo y porque algún futuro y porque el pueblo. Cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos quieren que cantemos. (…) Cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota. Cantamos porque el Sol nos reconoce y porque el campo huele a primavera y porque en este tallo, en aquel fruto cada pregunta tiene su respuesta.” (Canciones del desexilio, Mario Benedetti, 1983) . Así como seguimos cantando, seguimos leyendo los nuevos libros, los “viejos”, los clásicos. Y hoy podemos volver a leer los libros que fueron “silenciados” durante la dictadura militar. Y si cada pregunta tiene su respuesta, en sus lecturas podemos encontrar algo de la justicia necesaria, pero sobre todo, la libertad de transitar sus letras y que las nuevas generaciones se hagan las preguntas necesarias y se formulen entonces las respuestas necesarias: justas y llenas de memoria.

PROHIBIR, QUEMAR, PERSEGUIR, DESAPARECER

Para “preservar la moral de la niñez”, el llamado Proceso de Reorganización Nacional, prohibió, quemó y sacó de circulación libros, entre ellos muchos de literatura infantil y juvenil.Como sostiene Graciela Bialet en su texto “La lectura: Un pasaporte de ciudadanía plena”: “Analizando los títulos prohibidos y los incinerados puede verse claramente que la preocupación de los supuestos 'reorganizadores nacionales' giraba en torno a temas histórico-políticos, los educativos y los literarios. Tres bloques temáticos íntimamente intrincados con la memoria y con el futuro. 'Manifiestamente tendenciosa' era la requisa y la eliminación de ideas para 'distorsionar el proceso educativo' de un pueblo al que había que callar, someter y saquear”.

La política de control y censura sobre libros estaba a cargo de la Dirección General de Publicaciones. El inicio del procedimiento estaba dado por iniciativa propia de la Dirección,  por una denuncia o pedido de evaluación de un organismo oficial, por una denuncia particular o por una campaña periodística contra una publicación.

El paso siguiente era obtener el título para someterlo a un análisis ideológico-político, del cual resultaba un informe.

Esta Dirección a su vez, elaboraba listados de obras y editoriales, clasificadas según su grado de peligrosidad o de enemistad con los llamados “objetivos del proceso”.

En este contexto, muchos escritores fueron perseguidos, prohibidos, se exiliaron y otros permanecen desaparecidos.

También las editoriales fueron perseguidas, como Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires) y el Centro Editor de América Latina (CEAL), por mencionar sólo dos ejemplos.

En el primer caso, el 25 de marzo de 1976 el capitán de Navío Francisco Suárez Battán ingresó a la sede de la editorial y anunció que tomaba posesión de la misma.

En el caso del CEAL, fueron perseguidos sus trabajadores, intimados con bombas a la editorial y el caso emblemático fue la quema de un millón y medio de ejemplares, entre ellos la Nueva Enciclopedia del Mundo Joven, dirigida por Amanda Toubes. La quema se desarrolló en un baldío de la localidad de Sarandí y fue dispuesta mediante un acta de la policía el 26 de junio de 1980.

LITERATURA CENSURADA

Un breve repaso por algunos de los libros infantiles y juveniles que fueron prohibidos durante la última dictadura militar en nuestro país. Volver a leerlos es recordarlos, pero también es comprobar el valor y la potencia que tiene la palabra. Los dictadores lo sabían: las palabras son poderosas y entonces para ellos eran peligrosas.

La Torre de Cubos, de Laura Devetach

Un libro que contiene muchas historias y cuentos que hablan de una nena que construye una torre de cubos que la lleva a mundos imaginarios, o una nena que dibuja en la pared de la cocina un pueblo y éste cobra vida, o de marineros de papel que quieren descubrir que es el mar, o un chico que se traga el silbido de un tren y forma un nuevo lenguaje, también un deshollinador desocupado que dibuja caminos de hollín y un monigote solitario que sale de la pared donde fue dibujado y se relaciona con un niño.

Entre todas estas historias, se encuentra también “La Planta de Bartolo”, donde Bartolo siembra una planta y al tiempo nacen cuadernos que el regala a los chicos del pueblo. Así los chicos, “escribían y aprendían con muchísimo gusto”. Pero sucedió que el vendedor de cuadernos se enojó: primero quiso comprarle la planta a Bartolo y como se negó a venderla, envío a la policía, pero en ese momento llegaron todos los chicos silbando y gritando. “Buen negocio en otra parte, gritó Bartolo secándose los ojos”.

La torre de cubos fue prohibido en la provincia de Santa Fe, el 23 de mayo de 1979, por resolución 480, donde se decía entre otras cosas: “se desprenden graves falencias tales como simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético, ilimitada fantasía, carencia de estímulos espirituales y trascendentes (…) centrando su temática en los aspectos sociales como crítica a la organización del trabajo, la propiedad privada y el principio de autoridad enfrentando grupos sociales, raciales o económicos con base completamente materialista, como también cuestionando la vida familiar (…)”.

Luego se prohibió en la provincia de Buenos Aires, Mendoza, hasta que se extendió a todo el país por decreto nacional.

El libro, al igual que tantos otros siguió circulando por otros canales: sin el nombre de la autora era incluido en antologías, o los maestros hacían copias a mimeógrafo y se los daban de leer a los alumnos.

Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bonermann

Entre los cuentos que contiene el libro, la autora narra la historia de una huelga de animales en un circo, propuesta por el elefante, “Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar “en elefante”, esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo…. ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran presos... que trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero... que eran obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente... que se los forzaba a imitar a los hombres... que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán. (Y que patatín fue el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres... Y que patatán fue la orden de huelga general...)”.

Fue prohibido por decreto, el 13 de octubre de 1977, junto al libro El nacimiento, los niños y el amor, de Agnés Rosenstiehl, ambos editados por Librerías Fausto y el argumento señalaba: “En ambos casos se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo (...) De su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la Iglesia, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone”.

El libro de Elsa Bonermann en 1976, fue elegido para integrar la Lista de Honor del Premio Internacional “Hans Christian Andersen”, otorgado por la International Board on Books for Young People, con sede en Suiza.

Como consecuencia, la autora, hasta que terminó la dictadura, tuvo vedado el acceso a cualquier
establecimiento de educación pública del país.

La ultrabomba, de Mario Lodi y El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc. Sello Editorial Rompan Filas

En La ultrabomba, Palanca, el patrón de una fábrica usa la publicidad para vender bebidas fabricadas con residuos de petróleo y en su ambición por ser más rico, le ofrece al rey crear una ultrabomba. “Bien, dijo el rey, pero ¿cómo hacemos para convencer a la gente que haga la guerra por nosotros?”. Para eso, Palanca se hizo jefe de la televisión y en su noticiero todas las noches decía: “es lindo combatir y morir por mí y por el rey”. Construyó la ultrabomba, los aviones, los tanques y fusiles y se los vendió al rey por cien ultramillones.

Pero el piloto que volaba el avión y tenía que tirar la ultrabomba sobre el pueblo desobedeció y así empieza en toda la tierra una historia sin guerra.

El pueblo que no quería ser gris, cuenta la historia de un rey al que no le interesaban las personas y sólo daba órdenes. Un día ordenó que todos pintaran sus casas de gris. Todos lo hicieron menos uno, que vio una paloma roja, azul y blanca y se le ocurrió usar esos colores para pintar su casa y esa idea se fue contagiando entre los vecinos del pueblo y llegó a la comarca cercana. “Y como pueden ustedes imaginar este cuento que acá termina por otro lado vuelve a empezar”.

Prohibidos el 3 de septiembre de 1976 por el decreto N° 1888. Como señala la notificación de Encontel enviada a la editorial: “De mi mayor consideración: me dirijo a usted a efectos de poner en su conocimiento que, por Resolución N° 437/76 SC, prohibióse la circulación por los servicios postales de la Empresa, de las publicaciones tituladas “La Ultrabomba” y “El pueblo que no quería ser gris”, editadas en la Capital Federal de conformidad con los prescripto en el artículo 1° del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 1888/76. Saluda a usted atentamente. Aldo Colli, Jefe de la Sección Promoción del Departamento de Correos”.

Cinco dedos, ediciones De la Flor

Es la traducción de un libro infantil escrito en Berlín Occidental, en el que una mano verde persigue a los dedos de una mano roja, que para defenderse y vencer se une y forma un puño colorado.

El cuento fue prohibido el 8 de febrero de 1977, por medio del decreto 269 por tener “finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica, propia del accionar subversivo”.

Los editores Daniel Divinsky y Kuki Miler fueron detenidos y estuvieron 127 días a disposición del Poder Ejecutivo. En ese entonces también fue prohibido otro libro editado por ellos, Ganarse la muerte de Griselda Gambaro.

Otros títulos prohibidos tanto infantiles como para adultos fueron: Jacinto, de Graciela Cabal. Educar para la libertad, de Aldo Bütting y Dios es fiel. Catequesis para 6to. grado de la escuela primaria, de Beatriz Casiello, ambos de la Editorial Católica Guadalupe. La historia siglo a siglo contada para niños, libro importado de España por Ediciones Paulinas fue retenido en aduana y no pudo ingresar al país. Niños de hoy, Nuestros muchachos y El amor sigue siendo niño, de Álvaro Yunque, editados por Plus Ultra. Los zapatos voladores, de Margarita Belgrano. Dailán Kifki, de María Elena Walsh. Operación Masacre, de Rodolfo Walsh. Rojo y negro, de Stendhal. Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano. El principito, de Anthony Saint Exuperi. Cuentos premiados, de Leopoldo Marechal. Gracias por el fuego, de Mario Benedetti. El país de Minotauro, de Mariano Castex. Humanismo socialista, compilado por Erich Fromm. Mascaró, el cazador americano, de Haroldo Conti. Enciclopedia Salvat-Diccionario. La cuba electrolítica (libro de Física censurado porque contenía la palabra "cuba" en su título). Los libros de Paulo Freire en todas sus ediciones, entre tantos otros.

Fuente: Plan Nacional de Lectura