"La sociedad debe empezar a hacerse cargo de los delitos que gesta, no hay que olvidar que son niños y adolescentes que no eligieron la vida que les tocó, no hay que tratarlos como victimarios”, dice la antropóloga Eugenia Ruiz Bry en un trabajo donde investiga la detención de menores en comisarías e instituciones correccionales de Rosario.
La edición del libro “Angelitos negros... que también se van al cielo - Infancia y adolescencia encarcelada-estudio de caso con menores detenidos en instituciones correccionales y comisarías. Algunas reflexiones sobre los DD.HH” (UNR Editora, 2011), fue posible tras haber obtenido el primer premio a nivel nacional el Concurso Bicentenario Amanecer 2010 "Por 200 años más a favor de la infancia y la adolescencia”. La investigación reúne trabajo de campo realizado en comisarías rosarinas, en los años 1986-1989 y 2000-2005.
El contenido del trabajo es el resultado de los estudios que desde mediados de la década del ‘80 viene llevando adelante la Doctora en Antropología Social Eugenia Ruiz Bry, investigadora y docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en torno a niños y adolescentes en situación pobreza extrema encarcelados en comisarías y correccionales de esa ciudad de la provincia de Santa Fe.
En los últimos años, esta investigación la realizó en el marco de su tesis doctoral, dirigida nada menos que por el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel y por la Dra. Ethel Kosminski (UNESP- Brasil y Queens N. York).
“Para mi tesis doctoral realicé trabajo de campo entre los años 2002 y 2005 en tres comisarías de Rosario y el Instituto de Menores de calle Dorrego, pero también recuperé parte de mi tesis de grado, en la que trabajé con menores detenidos entre el 86 y el 89 yendo a distintas instituciones carcelarias de la ciudad”, cuenta Ruiz Bry en un informe difundido por la UNR.
Algunos de los ejes de trabajo fueron la población estable carcelaria de menores de edad detenidos, las condiciones de detención, la particularización de la ausencia de los DDHH en las cárceles y si las estrategias de supervivencia que tienen en la calle, los acerca o aleja del delito. “Hay estudios en Brasil que sostienen que un chico de la calle, agotado por tareas que ejecuta –limpiar autos, por ejemplo- no le queda resto para delinquir”, afirma.
Un punto importante que surgió durante el trabajo de campo y a lo largo de la investigación tiene que ver con el consumo de drogas. “En la primera etapa, en los ‘80, no había adictos: sólo un chico fumaba marihuana y de vez en cuando”, cuenta la investigadora. “En ese momento trabajé con los tatuajes de los chicos y las representaciones de los tatuajes tenían que ver con cuestiones ajustadas a su edad”.
Hoy, en cambio, los menores encarcelados están atravesados ferozmente por la adicción, por la “droga del subdesarrollo” como la denomina Ruiz Bry: “se inyectan o aspiran polvo de tubo fluorescentes, que tiene mercurio en su composición lo cual es altamente tóxico, mezclado con el peor residuo de la cocaína”.
Este, es un hecho que visibiliza también a las clases más necesitadas: “el delincuente no es delincuente, es un adicto sin tratamiento, que delinque por su condición de adicto; en otros estratos sociales, delinquir para conseguir dinero para comprar droga no se visibiliza, porque la privacidad se compra”, afirma la antropóloga.
Reconociéndose más cerca de posturas abolicionistas, Eugenia no creo que las cárceles sirvan para algo: "La sociedad debe empezar a hacerse cargo de los delitos que gesta, no hay que olvidar que son niños y adolescentes que no eligieron la vida que les tocó, no hay que tratarlos como victimarios”, dice la antropóloga que, sobre la experiencia personal del trabajo realizado, agrega: “es muy duro, muy terrible encontrarse con adolescentes muertos en vida, que no esperan nada, que no han tenido una infancia y no están teniendo una adolescencia, al menos no en los cánones comunes”.
El libro, de distribución gratuita, además de describir las condiciones de encierro carcelario de los menores, pone en cuestión y reflexiona sobre la pena privativa de la sociedad, el rol de las agencias del Estado, la justicia, las formas de ejecución, las leyes. Cuenta además con el artículo “Cuando la pobreza adolece de adolescencia” de María Sol Santa Cruz, Licenciada en Trabajo Social y discípula de Eugenia.
En el artículo, Santa Cruz narra su tarea llevada a cabo en el Barrio “La Lata” de la ciudad de Rosario, en el marco del Voluntariado Universitario “Comunic@r Inclusión Social. Prevención en Jóvenes en riesgo Social", una actividad educativa y solidaria cuya función es ayudar a jóvenes que se encuentran en un entorno de violencia, delito, abandono y consumo de drogas.