Investigadores de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) relevan emprendimientos que surgieron tras la crisis social y económica de 2001. El trabajo propone mostrar las distintas iniciativas, y destaca el nuevo tipo de organización al que se adaptaron los trabajadores para responder a los avatares de la época. En esta línea, se evidencia que los sujetos, en conjunto y al apelar a un nuevo tipo de organización horizontal, desarrollaron su potencialidad para la toma de decisiones sobre lo que es importante para su empleo.
Durante la crisis de 2001 La Matanza, ubicado en el oeste del Gran Buenos Aires, fue uno de los distritos que, por el impacto ocasionado, resultó más ferozmente devastado en su estructura productiva. En aquellos tiempos de desventura económica, muchos empleados del sector industrial debieron tomar las riendas de la empresa que les daba trabajo para intentar, al menos, seguir adelante y conservar de ese modo sus puestos e ingresos, según un informe del periodista Guillermo Spina.
Para analizar esta situación, un grupo de docentes del departamento de Ciencias Económicas de la UNLaM lleva adelante un proyecto llamado “Fábricas recuperadas: modelos organizacionales y estado de situación en el partido de La Matanza”. En palabras de Susana Battista, una de las docentes, la investigación “trata de analizar cada proyecto y ver cómo se organizaron y definieron los objetivos de cada emprendimiento. Trabajamos con los modelos organizacionales porque algunas fábricas recuperadas pudieron sustentarse y tener un proyecto que les permitió sobrevivir en el tiempo; pero otras, no”
Para seguir adelante, en momentos de la crisis, la tendencia fue convertir empresas en cooperativas autogestionadas. Dentro de esta estructura, los temas fueron tratados en grupo y las decisiones que afectaban al conjunto, debatidas con los miembros de cada institución.
Cada una de estas fábricas debió acomodarse, rápidamente, a una realidad aplastante, que dejaba escaso margen para el largo plazo. “El modelo de fábricas recuperadas no es ideal por naturaleza. Tiene que ver con una situación, una historia y con personas que, en ese momento, frente a esa coyuntura, deciden hacerse cargo de aquello que las va a afectar y dejar fuera del sistema: el desempleo”, explicó Battista a InfoUniversidades.
Por eso, el desarrollo del trabajo intenta relevar las distintas experiencias y los resultados obtenidos, devenidos como consecuencia de cada uno de los modelos de gestión aplicados. “Nos proponemos abordar las diferencias en el desempeño de estas fábricas, a partir de la incidencia de algunas variables como las características del proyecto organizacional anterior y actual, los niveles de calificación adquiridos a partir de ello, las capacidades de los actores para desempeñarse en situaciones nuevas y los liderazgos surgidos”, se describe en el proyecto.
El fenómeno de las fábricas recuperadas logra poner en primer plano a viejos actores, hasta entonces relegados a tareas tradicionales y rutinarias. En su nuevo rol, los individuos pueden desarrollar distintas competencias que, en el conjunto, se complementan para llevar adelante el emprendimiento. “El cambio de posicionamiento, que para un trabajador constituye pasar de la situación de asalariado a ser miembro de una cooperativa, supone una ruptura de la subjetividad que merece el intento de ser comprendida”, proponen desde el equipo.
Algunas de las formas de organización cooperativista generadas a partir de la crisis de 2001 no hablan de beneficios, como en una empresa convencional en la que hay un dueño que tiene una ganancia. En estas experiencias, al ver que se acabó la estructura de “dueño”, los trabajadores pueden decidir retirar menos dinero para comprar máquinas, o pagar deudas, por ejemplo.
En estos casos, se transforma la organización laboral y cada uno de los miembros de la fábrica percibe su trabajo dentro de ella de una manera distinta. Al respecto, Battista enfatizó: “Es un cambio de mentalidad porque, en primera instancia, los empleados ganan muy poco dinero, pero al saber que la perspectiva es otra, la situación cambia: trabajan para ellos mismos”.
Otra de las características observadas a lo largo del estudio indica la presencia de los hijos de los trabajadores. “Es frecuente y muy interesante: el que entra, lo hace con el compromiso de no fallar a la familia y eso implica involucrarse de otra forma. Además de producir una renovación, las nuevas generaciones aportan otro nivel educativo, distinto al de los operarios industriales. Antes, estos últimos eran fuerza de trabajo, hacían lo suyo y se iban. Ahora, se dieron cuenta de cómo es el proceso productivo porque lo tienen a su cargo”, entienden.
El proyecto se encuentra en pleno desarrollo y el grupo de investigadores aborda la tarea de elaborar el marco teórico y relevar los datos que surgen en el partido de La Matanza: “Queremos ver si el desarrollo de las fábricas tiene que ver con la solidez de ese grupo inicial que consiguió armar un proyecto”, explicitan.
Los objetivos planteados se vinculan a la elaboración de un corpus de conocimiento que permita sistematizar la información sobre las fábricas recuperadas del distrito, el reconocimiento de los modos de vinculación de los actores relevantes y la identificación de las fortalezas y debilidades que presentan. Al hacer hincapié en la perspectiva organizacional, se puede saber por qué algunos emprendimientos siguen en pie, luego de cambios radicales en su funcionamiento, estructura y valores prioritarios, percibidos por los ahora empleados-dirigentes.
Cuando finalicen, podrán entenderse las características que adoptaron las relaciones construidas dentro de las fábricas y los elementos relativos a la identidad de esos trabajadores que forman o formaron parte de tal experiencia.
Durante la crisis de 2001 La Matanza, ubicado en el oeste del Gran Buenos Aires, fue uno de los distritos que, por el impacto ocasionado, resultó más ferozmente devastado en su estructura productiva. En aquellos tiempos de desventura económica, muchos empleados del sector industrial debieron tomar las riendas de la empresa que les daba trabajo para intentar, al menos, seguir adelante y conservar de ese modo sus puestos e ingresos, según un informe del periodista Guillermo Spina.
Para analizar esta situación, un grupo de docentes del departamento de Ciencias Económicas de la UNLaM lleva adelante un proyecto llamado “Fábricas recuperadas: modelos organizacionales y estado de situación en el partido de La Matanza”. En palabras de Susana Battista, una de las docentes, la investigación “trata de analizar cada proyecto y ver cómo se organizaron y definieron los objetivos de cada emprendimiento. Trabajamos con los modelos organizacionales porque algunas fábricas recuperadas pudieron sustentarse y tener un proyecto que les permitió sobrevivir en el tiempo; pero otras, no”
Para seguir adelante, en momentos de la crisis, la tendencia fue convertir empresas en cooperativas autogestionadas. Dentro de esta estructura, los temas fueron tratados en grupo y las decisiones que afectaban al conjunto, debatidas con los miembros de cada institución.
Cada una de estas fábricas debió acomodarse, rápidamente, a una realidad aplastante, que dejaba escaso margen para el largo plazo. “El modelo de fábricas recuperadas no es ideal por naturaleza. Tiene que ver con una situación, una historia y con personas que, en ese momento, frente a esa coyuntura, deciden hacerse cargo de aquello que las va a afectar y dejar fuera del sistema: el desempleo”, explicó Battista a InfoUniversidades.
Por eso, el desarrollo del trabajo intenta relevar las distintas experiencias y los resultados obtenidos, devenidos como consecuencia de cada uno de los modelos de gestión aplicados. “Nos proponemos abordar las diferencias en el desempeño de estas fábricas, a partir de la incidencia de algunas variables como las características del proyecto organizacional anterior y actual, los niveles de calificación adquiridos a partir de ello, las capacidades de los actores para desempeñarse en situaciones nuevas y los liderazgos surgidos”, se describe en el proyecto.
El fenómeno de las fábricas recuperadas logra poner en primer plano a viejos actores, hasta entonces relegados a tareas tradicionales y rutinarias. En su nuevo rol, los individuos pueden desarrollar distintas competencias que, en el conjunto, se complementan para llevar adelante el emprendimiento. “El cambio de posicionamiento, que para un trabajador constituye pasar de la situación de asalariado a ser miembro de una cooperativa, supone una ruptura de la subjetividad que merece el intento de ser comprendida”, proponen desde el equipo.
Algunas de las formas de organización cooperativista generadas a partir de la crisis de 2001 no hablan de beneficios, como en una empresa convencional en la que hay un dueño que tiene una ganancia. En estas experiencias, al ver que se acabó la estructura de “dueño”, los trabajadores pueden decidir retirar menos dinero para comprar máquinas, o pagar deudas, por ejemplo.
En estos casos, se transforma la organización laboral y cada uno de los miembros de la fábrica percibe su trabajo dentro de ella de una manera distinta. Al respecto, Battista enfatizó: “Es un cambio de mentalidad porque, en primera instancia, los empleados ganan muy poco dinero, pero al saber que la perspectiva es otra, la situación cambia: trabajan para ellos mismos”.
Otra de las características observadas a lo largo del estudio indica la presencia de los hijos de los trabajadores. “Es frecuente y muy interesante: el que entra, lo hace con el compromiso de no fallar a la familia y eso implica involucrarse de otra forma. Además de producir una renovación, las nuevas generaciones aportan otro nivel educativo, distinto al de los operarios industriales. Antes, estos últimos eran fuerza de trabajo, hacían lo suyo y se iban. Ahora, se dieron cuenta de cómo es el proceso productivo porque lo tienen a su cargo”, entienden.
El proyecto se encuentra en pleno desarrollo y el grupo de investigadores aborda la tarea de elaborar el marco teórico y relevar los datos que surgen en el partido de La Matanza: “Queremos ver si el desarrollo de las fábricas tiene que ver con la solidez de ese grupo inicial que consiguió armar un proyecto”, explicitan.
Los objetivos planteados se vinculan a la elaboración de un corpus de conocimiento que permita sistematizar la información sobre las fábricas recuperadas del distrito, el reconocimiento de los modos de vinculación de los actores relevantes y la identificación de las fortalezas y debilidades que presentan. Al hacer hincapié en la perspectiva organizacional, se puede saber por qué algunos emprendimientos siguen en pie, luego de cambios radicales en su funcionamiento, estructura y valores prioritarios, percibidos por los ahora empleados-dirigentes.
Cuando finalicen, podrán entenderse las características que adoptaron las relaciones construidas dentro de las fábricas y los elementos relativos a la identidad de esos trabajadores que forman o formaron parte de tal experiencia.