21.7.10

CONTADORAS PÚBLICAS: SOBRE CÓMO DEFENDER LA RIQUEZA Y LA DULZURA DEL LENGUAJE

El grupo de jóvenes narradoras nacido en una escuela de Remedios de Escalada, en el sur del conurbano bonaerense, busca durante sus presentaciones imprimir al máximo cada una de las imágenes que contienen en su esencia las palabras. Sin ningún tipo de escenografía, ayuda de objetos ni de vestuarios, en su último espectáculo, Homenaje -que se presentará el 25 de julio en la Biblioteca Mentruyt (Italia 44, Lomas de Zamora)- las mujeres intentan tocar como una cuerda la fibra íntima de su público y lo hacen, según su coordinador Fernando Coloma.

(Por Paula Sabatés de la agencia NAN).- La narración oral escénica, denominación creada por el catedrático Francisco Garzón Céspedes en 1975 y aceptada a nivel internacional, refiere a “la renovación del antiguo arte de contar oralmente” y se plantea como “la fundación de un nuevo arte oral escénico contemporáneo, un arte esencialmente comunicador”. Es decir, realza las leyes generales de la escena pero no las del teatro, evidenciando que son, contrariamente al pensamiento común, expresiones de distinta génesis. Surgido en una escuela pública de Remedios de Escalada hace siete años, el grupo de narradoras Contadoras Públicas -que el próximo 25 de julio presenta su espectáculo Homenaje en la Biblioteca Mentruyt de Lomas de Zamora a las 16.30- toma prestado ese concepto y lo hace propio. “La narrativa es un compromiso, una defensa acérrima sobre la riqueza y la dulzura del lenguaje, algo que se está perdiendo absolutamente”, sostiene Fernando Coloma, coordinador del cuarteto de jóvenes narradoras, en diálogo con Agencia NAN.

Contadoras Públicas nació en 2003, aunque debieron pasar unos años hasta que se le diera ese nombre. Al principio, el grupo estaba conformado por varias chicas de entre once y trece años que se anotaron en un taller optativo de la escuela 16 de Escalada para ver de qué se trataba. “Muchas quedaron en el camino porque no lo sentían”, recuerda Coloma, que cargó con la responsabilidad de iniciar a nenas tan chicas en un arte tan grande. Tras varias idas y vueltas (que incluyeron una pelea con la dirección de aquella institución y la posterior independización del grupo), Tamara Aguilera, Cinthia Gallego, Agustina Molfesa y Cynthia Restivo sobrevivieron a la ardua tarea de convertirse en narradoras, y hoy, con tan sólo 19 y 20 años, conforman uno de los grupos más importantes y talentosos del Conurbano bonaerense.

“La narrativa es el arte de llegar a una persona y hacer que en su mente se grafique una historia mediante la palabra”, repite, como si tuviera un casette, una Aguilera mucho más madura que aquella que a los once años agarró un cuento por primera vez e intentó adaptarlo con el objetivo de contarlo en público en un acto de fin de año. ¿Qué es lo que hizo? Le dio una estructura, eliminó frases, párrafos, o descripciones muy extensas que provocasen que el oyente se perdiera. Y también escribió con otras palabras hechos, conversaciones, y descripciones para que fuese más sencilla su comprensión. Tarea nada fácil.

“La narrativa oral es la madre de todos las artes”, resume Coloma. “Es el arte de entretener a un auditorio contándole una muy buena historia, de la cual primero se tiene que estar enamorado, porque sino no se va a poder volcar nunca como corresponde”. Entonces, ¿por qué es distinta al teatro si se trata de contar historias que merecen ser contadas a través de personajes ficcionales? “Porque no hay vestuario, escenografía ni objetos y porque en una obra de teatro, uno es un sólo personaje y en la narrativa de un segundo a otro tenés que cambiar y empezar a pensar como otro y después volver de nuevo a ser el de antes. Y así todo el tiempo”, explica Aguilera.

“Es el arte de contar historias, pero se transforma en algo más cuando a lo sencillo de contar un cuento se le suma la ambición de trasformarlo en una experiencia compartida entre el público y vos”, agrega Restivo. Entonces ya no quedan dudas: la narrativa es para todas ellas un refugio. “Me meto en la historia y entonces dejo de estar en Argentina, dejo de ser Agustina y ya no existe más nada que esa historia y ese personaje”, resalta Molfesa apasionada. “Es un lugar de distracción. Es algo que nos gusta, sí, no lo hacemos por obligación sino con ganas, como una pasión. Pero también nos exigimos para que no nos guste sólo a nosotras sino también a la gente”, agrega Gallego.

Homenaje es su más reciente creación, espectáculo de once cuentos que tiene poco más de medio año gestándose y conserva intactas las tradiciones del grupo: vestirse de negro -porque de eso se trata, personificar con nada más que la voz-, narrar descalzas --porque como dice Aguilera “da un contacto mucho mayor con el piso, causa firmeza, libertad y es un cable a tierra absoluto”-- y terminar las cuatro juntas con un poesía que hayan elegido entre todas. Pero, además, Homenaje es más que los espectáculos anteriores: “está apuntado para arriba, vamos subiendo y se nota en la calidad de los autores y los cuentos que vamos eligiendo, que es cada vez más importante”, se enorgullece Coloma, que asegura además que ya no es un profesor y que ahora sólo coordina a estas chicas que “ya son narradoras y no necesitan aprender nada más”. “Noto una gran variedad de cuentos en este espectáculo. Hay cómicos, abstractos, dramáticos, y esa elección se ve en nuestro crecimiento como personas y narradoras”, dice Molfesa. “Tenemos muchas expectativas en este espectáculo. Por un lado porque es un lugar nuevo que nos abre las puertas a un público distinto. Y porque las esperanzas de superarnos a nosotras mismas cada vez que largamos con algo nuevo están siempre”, cuenta Restivo.

En esta oportunidad, el encuentro será por primera vez en un teatro, novedad más que interesante para ellas, que están acostumbradas a una narrativa más intimista (antes narraron en sociedades de fomento, escuelas, hogares de niños). La selección de textos de esta edición incluye a tres autores ganadores del Premio Nobel a la literatura, nada menos que José Saramago, Octavio Paz y Rabindranath Tagore, lo que demuestra que, de verdad, han asumido un compromiso mayor. Y no menos importante: por primera vez, y rendido ante la insistencia de viejos seguidores, Coloma también va a narrar un cuento, del escritor, dramaturgo, periodista y novelista portugués recientemente fallecido, a quien va dirigido el nombre del show. Con todo esto, el desafío es grande. Y la presión se les nota. “Aunque hayamos hecho cinco, siete o diez años de narrativa, hasta que no arrancas, te paras en el escenario y ves que todo va bien, te tiemblan las piernas siempre”, afirma Gallego, que además cuenta que después de cada espectáculo vive “feliz una semana porque todo salió bien”.

Así, Contadoras públicas apuesta. En primer lugar al grupo humano que forman (Molfesa afirma que son amigas y que si una de ellas está mal y no puede narrar, “el clima en todas es distinto”). Después, al placer de algo bien hecho, pero antes al trabajo que eso implica, para lo cual privilegian la relación con el público. “Si la gente responde, entonces seguís con eso. Ahí radica la inmediatez de receptividad que tiene que tener el narrador”, afirma Aguilera. “A mí me gusta mucho mirar al que está adelante. Hay personas que están con la boca abierta y otras que están llorando. Entonces ahí decís: llegamos”, resalta Coloma, que se enorgullece de sus chicas al asegurar que “hoy son capaces de transmitir un sentimiento a un auditorio y que sea creíble”.

Fuente: Agencia NAN