El método cubano de alfabetización “Yo, sí puedo”, un programa que se utiliza en diez provincias y 28 municipios de la Argentina, superará a fines de 2010 las 20 mil personas que aprendieron a leer y escribir desde su implementación, según una proyección de la fundación Un Mundo Mejor Es Posible (UMMEP).
Desde que comenzó a aplicarse en 2003 este método cubano de lecto-escritura en la Argentina, ya fueron alfabetizadas unas 19.200 personas, detalló Claudia Camba, presidenta de UMMEP en declaraciones a Prensa Latina.
Camba se refirió a la aceptación que va ganando el eficaz sistema de alfabetización y destacó que si cuando este proyecto comenzó hace siete años "había que ir a tocar a las puertas de las autoridades municipales, hoy son éstas las que golpean las puertas de la fundación".
Muchos han advertido la importancia de implementar en sus territorios el programa, como parte de políticas de inclusión social que garanticen el derecho de todos a la enseñanza, apreció.
Respecto a los resultados que hasta hoy puede exhibir el "Yo, sí puedo" en Argentina, consideró que "no se pudo haber hecho mucho más, porque para alfabetizar de forma masiva hace falta que se unan pueblo y gobierno y eso no ha estado ocurriendo".
En la actualidad existen alrededor de 200 centros de alfabetización con más de 2.000 participantes, 400 facilitadores y 19.200 graduados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Jujuy, Salta, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Córdoba y Catamarca.
El programa fue creado por el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC) de Cuba con el objetivo de ayudar a los pueblos del Tercer Mundo afectados por este flagelo.
A la Argentina llegó por pedido de organizaciones de base preocupadas por los problemas de analfabetismo en comunidades de pueblos originarios o en zonas muy humildes del Gran Buenos Aires.
“Este plan llega a ONGs, instituciones docentes, movimientos barriales, organizaciones de desocupados, las que aportan su esfuerzo y trabajo voluntario el ingrediente necesario para resolver el problema del analfabetismo en nuestro país”, explican.
Uno de los aspectos del programa es la idea que leer y escribir es mucho más que eso mismo. Es poder expresar lo que se piensa, lo que se siente, es tener una verdadera participación, es resolver cuestiones de la vida cotidiana sin depender de alguien que les lea una receta médica, o los acompañe a realizar un trámite, o sufra el miedo constante por no saber qué está firmando con su pulgar; es un salto cualitativo en la vida y por tanto de la sociedad.
“Los protagonistas son quienes están aprendiendo la lecto-escritura y sus facilitadores que los acompañan de cerca en el proceso de aprendizaje. Los demás, estamos cumpliendo otras funciones, como es el monitoreo de ese aprendizaje y la garantización de la infraestructura, elementos imprescindibles para que el plan funcione”.
En el mundo existen más de 860 millones de analfabetos absolutos, el 98,5% de los cuales se concentra en los países del Tercer Mundo, sin contar los que se van sumando por la falta de atención escolar en las edades tempranas de la enseñanza básica, donde más de 130 millones de niños están fuera de las escuelas.
En América Latina en especifico el 12 % de la población es analfabeta, pero se calcula, conservadoramente en cifras absolutas 42 millones los iletrados y 110 millones de personas jóvenes que no han logrado concluir la educación primaria, por lo que pueden considerarse semianalfabetos o analfabetos funcionales.
“La alfabetización de un pueblo, tanto como el hecho educativo mismo, es un acontecimiento político cuyo éxito depende de la participación masiva y unánime de todas las organizaciones existentes y de todos los sectores de la población”.
Desde que comenzó a aplicarse en 2003 este método cubano de lecto-escritura en la Argentina, ya fueron alfabetizadas unas 19.200 personas, detalló Claudia Camba, presidenta de UMMEP en declaraciones a Prensa Latina.
Camba se refirió a la aceptación que va ganando el eficaz sistema de alfabetización y destacó que si cuando este proyecto comenzó hace siete años "había que ir a tocar a las puertas de las autoridades municipales, hoy son éstas las que golpean las puertas de la fundación".
Muchos han advertido la importancia de implementar en sus territorios el programa, como parte de políticas de inclusión social que garanticen el derecho de todos a la enseñanza, apreció.
Respecto a los resultados que hasta hoy puede exhibir el "Yo, sí puedo" en Argentina, consideró que "no se pudo haber hecho mucho más, porque para alfabetizar de forma masiva hace falta que se unan pueblo y gobierno y eso no ha estado ocurriendo".
En la actualidad existen alrededor de 200 centros de alfabetización con más de 2.000 participantes, 400 facilitadores y 19.200 graduados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Jujuy, Salta, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Córdoba y Catamarca.
El programa fue creado por el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC) de Cuba con el objetivo de ayudar a los pueblos del Tercer Mundo afectados por este flagelo.
A la Argentina llegó por pedido de organizaciones de base preocupadas por los problemas de analfabetismo en comunidades de pueblos originarios o en zonas muy humildes del Gran Buenos Aires.
“Este plan llega a ONGs, instituciones docentes, movimientos barriales, organizaciones de desocupados, las que aportan su esfuerzo y trabajo voluntario el ingrediente necesario para resolver el problema del analfabetismo en nuestro país”, explican.
Uno de los aspectos del programa es la idea que leer y escribir es mucho más que eso mismo. Es poder expresar lo que se piensa, lo que se siente, es tener una verdadera participación, es resolver cuestiones de la vida cotidiana sin depender de alguien que les lea una receta médica, o los acompañe a realizar un trámite, o sufra el miedo constante por no saber qué está firmando con su pulgar; es un salto cualitativo en la vida y por tanto de la sociedad.
“Los protagonistas son quienes están aprendiendo la lecto-escritura y sus facilitadores que los acompañan de cerca en el proceso de aprendizaje. Los demás, estamos cumpliendo otras funciones, como es el monitoreo de ese aprendizaje y la garantización de la infraestructura, elementos imprescindibles para que el plan funcione”.
En el mundo existen más de 860 millones de analfabetos absolutos, el 98,5% de los cuales se concentra en los países del Tercer Mundo, sin contar los que se van sumando por la falta de atención escolar en las edades tempranas de la enseñanza básica, donde más de 130 millones de niños están fuera de las escuelas.
En América Latina en especifico el 12 % de la población es analfabeta, pero se calcula, conservadoramente en cifras absolutas 42 millones los iletrados y 110 millones de personas jóvenes que no han logrado concluir la educación primaria, por lo que pueden considerarse semianalfabetos o analfabetos funcionales.
“La alfabetización de un pueblo, tanto como el hecho educativo mismo, es un acontecimiento político cuyo éxito depende de la participación masiva y unánime de todas las organizaciones existentes y de todos los sectores de la población”.