16.11.11

EL CAPITAL DE LOS EMPRENDEDORES

Esta semana los emprendedores de La Matanza y de otros distritos vecinos volverán a exponer, con mucho orgullo, todo lo que fueron capaces de producir a partir de la economía social. Al recorrer la historia, esa producción representa la resistencia contra quienes les quisieron arrancar la dignidad del trabajo. También el acierto del modelo político que apoya los microemprendimientos. Pero, por sobre todo, demuestra que el capital más importante que tienen es la cultura del esfuerzo, el conocimiento y el trabajo. Porque fueron estos insumos los que les permitieron desarrollar las herramientas para que hoy todos podamos disfrutar de esa diversidad y creatividad.

(Por Clara Razu) La dictadura militar que se instaló el 24 de marzo de 1976 impuso un modelo de valorización financiera, cuya lógica se agravó durante la década del '90, y generó un aumento de las actividades de intercambio de dinero sin el correlato del aumento de las actividades productivas. Las consecuencias de estas situaciones culminaron en la crisis de 2001, donde la destrucción del aparato productivo, con sus secuelas de desempleo y desaparición del dinero, marcaron a la sociedad. Pero como toda crisis genera una oportunidad y como el único capital no es el dinero, esa sociedad buscó en su creatividad y en sus conocimientos las herramientas que le permitieron superarla.

La producción de bienes y servicios, la economía real, tiene como contrapartida el flujo de dinero. O sea, los valores monetarios que serán utilizados para consumir y satisfacer las necesidades, o para invertir y reproducir el circuito.

Esto explica por qué la destrucción de un modelo de producción de bienes determinó la desaparición del dinero, ya que la producción de bienes es la que da origen al dinero y no al revés.

La desaparición del dinero no es un acto de magia. Es la consecuencia de la desaparición de las actividades productivas que le dan origen. Este hecho, en una economía capitalista, significa no poder abastecerse de los bienes necesarios para sobrevivir. Pero desde el punto de vista más amplio, significa romper el tejido que une a la sociedad, ya que los individuos se insertan socialmente en la economía a partir de su rol en la cadena de producción, o sea de una pertenencia a un colectivo productivo.

El desempleo deriva en la exclusión de quienes habiendo pertenecido al tejido productivo se ven fuera de él. Estas personas, a pesar de todo, comenzaron a tejer otra tela. Una tela alternativa cuyos hilos eran los saberes, lo aprendido, el capital social, el cultural, lo que no se puede comprar, lo que no se puede expropiar.

Invirtiendo este capital, comenzaron a producir nuevamente. Ya no eran obreros industriales, se habían transformado en emprendedores.

De acuerdo al diccionario, emprender es "acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro".

Los emprendedores acometieron. Empezaron una nueva obra. El peligro estaba ahí. Ellos estaban fuera del mercado, pero derribaron un muro con creatividad y esfuerzo. Hicieron lo que los trabajadores saben hacer, trabajar. Transformar materias primas en bienes. Transformar capacidades en servicios. Demostrar que la economía no es solo una cuestión de negocios.

A través de este modo de producción artesanal, en pequeña escala, de manera individual o en pequeños grupos organizados en cooperativa, empezaron a construir una red. Una red productiva. Una red que pone en el centro la creación, la elaboración. Nuevamente el motor de la economía, el agregado de valor, a partir de la revalorización de las capacidades individuales y grupales, se transforma en el origen de los recursos monetarios que les permitirán a las personas abastecerse de los bienes y servicios necesarios para satisfacer sus necesidades.

Tuvieron apoyo. La vuelta a una política económica con eje en la producción y el crecimiento económico derivado de su aplicación, mejoraron los recursos públicos que se destinaron a fortalecerlos y desarrollarlos. Desde los gobiernos nacionales, provinciales y municipales, a través de préstamos, capacitación, acceso a redes productivas, se generaron condiciones favorables para estos emprendimientos.

Pero no nos confundamos.  Los emprendedores no solo lograron sobrevivir y crecer en términos económicos monetarios. No solo lograron un ingreso que les permita satisfacer sus necesidades. Demostraron que el capital más importante que tienen es la cultura del esfuerzo, el conocimiento y el trabajo. Porque fueron estos insumos, los que les permitieron desarrollar las herramientas para que hoy disfrutemos de su diversidad y creatividad.

Y una muestra de ese capital estará expuesto en cada uno de los setenta puestos de la Exposición de Microemprendimientos de La Matanza, que se realiza desde el 16 al 20 en la Plaza San Martín de San Justo.