11.11.11

POR ESTE MUNDO PASÓ UN GRAN TIPO: MARIO BONINO

Ya pasaron 18 años. Las palabras se acumulan pero no son originales. Todas fueron utilizadas. Están gastadas por el tiempo. Pero igual son necesarias. Porque sirven para recordar. Para tener memoria. Para relatar una y otra vez la historia. Para repetir cada uno de los hechos. Para insistir una y mil veces. Para enfatizar una vez más que el asesinato del periodista Mario Bonino todavía sigue impune.

(Por Héctor Corti) Seguro que vale insistir. De volver sobre los recuerdos. Por Mario, un ser entrañable y querible. Por sus familiares, amigos y compañeros que no lo olvidamos. Y por quienes nunca supieron de él. Para que conozcan de su existencia.

Existencia que fue terminada con brutalidad. Que dejó demasiados interrogantes. Y también certezas. No se sabe quién lo mató. Cuáles son los nombres de sus asesinos, el material y el intelectual. En qué momento le quitaron la vida. Sólo que fue entre el 11 y el 15 de noviembre de 1993, cuando apareció su cuerpo flotando en el Riachuelo. Pero sí se puede asegurar que, a sus 37 años, Mario estaba lleno de proyectos por concretar. Que se daba el tiempo para seguir soñando. Para sentir que el final de sus días era apenas un punto lejano, casi infinito, en el horizonte de la vida. Que tenía demasiadas cosas para compartir con su hijo Federico, su esposa Felicia, su familia.

A diferencia de la oscuridad en donde se protegen sus asesinos y de las sombras con las que se cubren todos los que contribuyeron a mantener su asesinato impune, Mario era pura luz. Irradiaba alegría. Caminaba por la vida sin necesidad de esconderse. Se mostraba con generosidad. Siempre estaba dispuesto a ofrecer su mano a quien lo necesitaba. Era un convencido de sus ideas y las defendía con intensidad. Un luchador. Un defensor de sus compañeros. Un ser comprometido con las causas justas. Un perseguidor de utopías.

A lo largo de su camino sumó amigos y compañeros. En cada redacción por la que pasó. En sus espacios de militancia en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y en el peronismo. En el barrio. En cada lugar por donde transitó. Y todos quienes lo conocieron atesoran cientos de anécdotas. Y guardan un poquito de esa sonrisa contagiosa que nunca se le borraba.

Por eso vale la pena insistir. Recordarlo permite revivir momentos inolvidables. Tenerlo presente. Extrañarlo un poco. Y ayuda a quienes no lo conocieron. Para que sepan y sientan que por este mundo pasó un gran tipo. Se llamó Mario Bonino. Fue un ser querible, entrañable y generoso.