18.11.11

UNA TARDE EN UN CENTRO DE ALFABETIZACIÓN

Cada tarde, a la hora siesta, se reúnen durante dos horas y entre mate y cuadernillos, van escuchando sus lecciones. No son chicos, son los mayores que concurren a las clases de alfabetización del Yo sí Puedo, implementado por facilitadores del movimiento social Barrios Unidos en Corrientes. Cada clase está grabada en DVD, que luego de ser reproducidos, sirven para que un facilitador proponga ejercicios y se practique lo aprendido.

El “Yo sí Puedo” es un plan de alfabetización para adultos. El modelo de enseñanza es cubano, y sirve para que personas mayores puedan aprender a leer y a escribir en tan solo tres meses. Momarandú.com vistió uno de estos centros donde los estudiantes tienen entre 26 y más de 70 años. Aquí los estudiantes son padres y abuelos, que dejan a sus chicos al cuidado de familiares y esperan cada día las 4 de la tarde para ir a clases.

En la ciudad de Corrientes es implementado por instituciones intermedias, entre las que se encuentra el movimiento social Barrios Unidos, que tiene centros de alfabetización también en los barrios Esperanza, Patono, Galván, La Olla, Cichero, San Gerónimo y Santa Margarita –zona rural de Riachuelo-. Los facilitadores a su vez son capacitados por el Ministerio de Educación provincial, donde se los instruye para poder bajar el material y dictar las clases a los estudiantes de cada centro.

Este centro queda en el barrio Fray José de la Quintana, en Avenida Medrano y Cangallo. Allí un grupo de seis adultos se reúne cada día con su facilitadora - Sandra – quien es la responsable de coordinar las actividades audiovisuales y luego los ejercicios. El centro funciona en la casa de Clara Alegre, una de las referentes del movimiento, quien cordialmente ofrece mates a los compañeros mientras transcurre la clase. Antes eran diez estudiantes, que es el cupo que permite cada centro.

Algunos de los alumnos han abandonado las clases, que ya va por la numero 12. “Una de nuestras compañeras tiene a su hijito internado y no puede seguir viniendo”, se lamentan. “Es que el curso es intensivo, y volver a incorporar a alguien que haya perdido varias clases”, explica Sandra. Ella es la facilitadora de este grupo, y ha participado en experiencias de alfabetización del programa Encuentro.

A la ele le corresponde el numero 6. Las vocales están numeradas del uno al cinco. Así, si uno encuentra una secuencia de números que diga 161 deberá leer “ala”. Cada consonante nueva que va apareciendo viene seguida de los números 1 al 5, correspondiendo a cada vocal. Así cada vez van componiendo nuevas palabras, y practicando cómo escribirlas. Las clases agrupan en cada una un bloque conceptual, por ejemplo “medios de comunicación”. Allí se hablará sobre la radio, palabra que aprenderán a escribir identificando la secuencia de números correspondientes.

- ¿No tuviste la oportunidad de ir a la escuela? – le preguntamos a Verónica, una mujer de 27 años que va todos los días desde otro barrio hasta el Quintana para estudiar.

- Sí, pero tengo dificultades para aprender. Reforzar con estas clases me sirve mucho – asegura. Sandra con dedicación la alienta a completar la clase, y sus compañeros también la felicitan. “Muy prolijo escribís”, le dicen. Verónica antes copiaba del pizarrón las oraciones cortadas, tal cual estaban escritas. No sabía identificar una oración como una unidad, y cuando una se cortaba para seguir en el renglón siguiente por que la pizarra se terminaba, ella copiaba literal. “Ahora ya escribe de corrido y ocupa toda la hoja”, cuentan sus compañeros orgullosos. Ella, un poco avergonzada por el error, se sonríe y muestra el cuaderno.

Lo que a muchos les parece una habilidad normal y cotidiana –completar un formulario, hojear un libro, leer un documento antes de firmarlo– para ellos era una barrera que, quizás, pensaban que no iban a poder sortear. Por eso el programa trabaja fuertemente en la motivación.

Desde la pantalla se reproduce una situación similar a la de las clases, una maestra les enseña a cinco alumnos adultos el programa que ellos replican en sus cuadernillos. Los personajes cuentan historias cotidianas y familiares, con los que los estudiantes pueden identificarse fácilmente. No falta la oportunidad para el humor y se reitera en cada cierre de la emisión “Acordate, Yo, sí puedo”.

Se hace amena así la adquisición de habilidades y destrezas en la lectoescritura, que mejoran las relaciones humanas y la toma de conciencia de la realidad, por medio de la reflexión, el diálogo y el debate. Mucho más confiadas, ellos sienten también que ahora pueden-

Leer los diarios para estar informados es una de las cosas con las que sueñan poder hacer una vez que hayan alcanzado las habilidades que, aunque es un derecho de todas las personas, ellos todavía no tenían.

- ¿Qué podrás hacer cuando termine el curso, y vas a poder leer de corrido? – preguntó Momarandú.com a Rolando, un septuagenario que es el único hombre del grupo.

- Voy a estudiar abogacía – dice en chiste, y todos se ríen. ¿Porqué no?

Fuente: Momarandu.com