La terminal de ómnibus de la Ciudad de Buenos Aires, ubicada en la zona de Retiro, concentra la atención periodística cada vez que se registra un importante movimiento turístico. Pero ninguno de esos informes habla de la Estación de Lectura “Ernesto Sábato”, una biblioteca gratuita instalada en ese lugar que ofrece a viajantes y acompañantes la posibilidad de amenizar el tiempo de espera leyendo un buen libro.
(Por Héctor Corti).- No es sencillo encontrar esta biblioteca creada en noviembre de 2010 por el Ministerio de Educación de la Nación para fomentar el Plan Nacional de Lectura. Su presencia no está incluida en ninguna de las señalizaciones. Pero después de preguntar y transitar algunos pasillos, finalmente en el Sector H – Andén 5, casi en el fondo de la terminal, se llega al local cedido por TEBA, la empresa concesionaria.
“No estamos bien ubicados ni señalizados, por lo que es importante que nuestra presencia se divulgue de boca en boca y a través de los medios de comunicación”, reconoce Bruno Rosenberg, uno de los responsables en la atención del público.
El bibliotecario detalla que desde la inauguración de la Estación de Lectura Ernesto Sábato “notamos que la gente comenzó a apropiarse del espacio. Esa es una de nuestras premisas. Que quien venga la sienta como propia”.
La biblioteca está abierta todos los días. Funciona de lunes a viernes de 09:00 a 21:00 y los sábados y domingos de 10:00 a 18:00.
“Buscamos contribuir a la premisa del Ministerio Nacional de Educación, especialmente a partir del Plan Nacional de Lectura, para fomentarla en lugares no tradicionales y este es uno, ya que este espacio está instalado en una terminal de ómnibus. Y nosotros tratamos aportar a esa idea, de que las personas hagan de la lectura una opción cotidiana. De que se les haga costumbre apropiarse del libro”.
Rosenberg, quien comparte la responsabilidad de atender este espacio cultural con Esteban Sileoni, Gerardo Montes y Sergio Castilla, describe que al lugar concurren ocasionales pasajeros, pero también personas en situación de calle, estudiantes y vecinos de la zona, especialmente de la Villa 31.
“Este es un espacio de inclusión. La biblioteca, por nuestra condición de gratuidad para su acceso, genera un contraste que permite evidenciar que una persona en situación de calle está sentada leyendo el mismo material que otra, que es un viajero. Esto evidencia que el carácter cultural de lo que la gente busca no está condicionado por su status social sino por la cultura que ellos tienen, que por el devenir de sus vidas a unos los ha dejado en la calle y a otros no”, explica.
El bibliotecario cuenta que el viajero tiene una típica reacción de sorpresa, que se siente extraño y pregunta por qué no tiene que pagar. “Se da cuenta que acá se puede encontrar un buen libro, aprovechar el tiempo que tiene para leerlo. Y si no lo termina, dejarlo marcado para continuar cuando vuelva”.
Señala que en el caso de las personas en situación de calle, este espacio se les convierte en significativo porque tienen la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos, incrementar su nivel cultural y hacer algo productivo para ellos mismos, ocupar un espacio que de otra forma solo sería estar caminando por la calle.
La función cultural y social de la Estación de Lectura “Ernesto Sábato” también apunta a los sectores más desprotegidos, como es el caso de los habitantes de la Villa 31, quienes al principio “se sintieron sorprendidos por el ofrecimiento de un espacio de inclusión en nuestro proyecto”.
Y una iniciativa concreta es la articulación con un grupo de profesores y maestros que dependen del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quienes utilizan el espacio de la biblioteca para darles clases de apoyo escolar a los chicos.
“Esto no es nada político –aclara Rosenberg- sino que busca lograr un beneficio de los alumnos, que en su mayoría son de la Villa 31 y no tienen acceso a maestros particulares, Además, en un lugar lindo como este, con una gran variedad de libros y materiales, con un buen ambiente y protegido de las inclemencias del tiempo, se puede estudiar”.
La idea de los responsables de la biblioteca es que el espacio se siga difundiendo y que en un futuro cercano se pueda ocupar todo el horario con actividades que promuevan la lectura y la cultura.
En ese sentido Rosenberg remarca que el Ministerio de Educación de la Nación les da libertad para aplicar sus criterios en la forma de utilizar este espacio en función de esos objetivos.
“Ideas hay muchas, pero estamos viendo como instrumentarlas”, remarca. Una de las experiencias que se está llevando adelante es un taller de ajedrez que se realiza los miércoles por la tarde. Otras de las propuestas se dirigen a talleres de escritura, de lectura, de música.
“La intención es abarcar varios géneros culturales. Creo que bagaje cultural de las personas es amplio, por lo que está bueno tratar de contemplar todas esas necesidades”, finaliza Rosenberg.
(Por Héctor Corti).- No es sencillo encontrar esta biblioteca creada en noviembre de 2010 por el Ministerio de Educación de la Nación para fomentar el Plan Nacional de Lectura. Su presencia no está incluida en ninguna de las señalizaciones. Pero después de preguntar y transitar algunos pasillos, finalmente en el Sector H – Andén 5, casi en el fondo de la terminal, se llega al local cedido por TEBA, la empresa concesionaria.
“No estamos bien ubicados ni señalizados, por lo que es importante que nuestra presencia se divulgue de boca en boca y a través de los medios de comunicación”, reconoce Bruno Rosenberg, uno de los responsables en la atención del público.
El bibliotecario detalla que desde la inauguración de la Estación de Lectura Ernesto Sábato “notamos que la gente comenzó a apropiarse del espacio. Esa es una de nuestras premisas. Que quien venga la sienta como propia”.
La biblioteca está abierta todos los días. Funciona de lunes a viernes de 09:00 a 21:00 y los sábados y domingos de 10:00 a 18:00.
“Buscamos contribuir a la premisa del Ministerio Nacional de Educación, especialmente a partir del Plan Nacional de Lectura, para fomentarla en lugares no tradicionales y este es uno, ya que este espacio está instalado en una terminal de ómnibus. Y nosotros tratamos aportar a esa idea, de que las personas hagan de la lectura una opción cotidiana. De que se les haga costumbre apropiarse del libro”.
Rosenberg, quien comparte la responsabilidad de atender este espacio cultural con Esteban Sileoni, Gerardo Montes y Sergio Castilla, describe que al lugar concurren ocasionales pasajeros, pero también personas en situación de calle, estudiantes y vecinos de la zona, especialmente de la Villa 31.
“Este es un espacio de inclusión. La biblioteca, por nuestra condición de gratuidad para su acceso, genera un contraste que permite evidenciar que una persona en situación de calle está sentada leyendo el mismo material que otra, que es un viajero. Esto evidencia que el carácter cultural de lo que la gente busca no está condicionado por su status social sino por la cultura que ellos tienen, que por el devenir de sus vidas a unos los ha dejado en la calle y a otros no”, explica.
El bibliotecario cuenta que el viajero tiene una típica reacción de sorpresa, que se siente extraño y pregunta por qué no tiene que pagar. “Se da cuenta que acá se puede encontrar un buen libro, aprovechar el tiempo que tiene para leerlo. Y si no lo termina, dejarlo marcado para continuar cuando vuelva”.
Señala que en el caso de las personas en situación de calle, este espacio se les convierte en significativo porque tienen la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos, incrementar su nivel cultural y hacer algo productivo para ellos mismos, ocupar un espacio que de otra forma solo sería estar caminando por la calle.
La función cultural y social de la Estación de Lectura “Ernesto Sábato” también apunta a los sectores más desprotegidos, como es el caso de los habitantes de la Villa 31, quienes al principio “se sintieron sorprendidos por el ofrecimiento de un espacio de inclusión en nuestro proyecto”.
Y una iniciativa concreta es la articulación con un grupo de profesores y maestros que dependen del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quienes utilizan el espacio de la biblioteca para darles clases de apoyo escolar a los chicos.
“Esto no es nada político –aclara Rosenberg- sino que busca lograr un beneficio de los alumnos, que en su mayoría son de la Villa 31 y no tienen acceso a maestros particulares, Además, en un lugar lindo como este, con una gran variedad de libros y materiales, con un buen ambiente y protegido de las inclemencias del tiempo, se puede estudiar”.
La idea de los responsables de la biblioteca es que el espacio se siga difundiendo y que en un futuro cercano se pueda ocupar todo el horario con actividades que promuevan la lectura y la cultura.
En ese sentido Rosenberg remarca que el Ministerio de Educación de la Nación les da libertad para aplicar sus criterios en la forma de utilizar este espacio en función de esos objetivos.
“Ideas hay muchas, pero estamos viendo como instrumentarlas”, remarca. Una de las experiencias que se está llevando adelante es un taller de ajedrez que se realiza los miércoles por la tarde. Otras de las propuestas se dirigen a talleres de escritura, de lectura, de música.
“La intención es abarcar varios géneros culturales. Creo que bagaje cultural de las personas es amplio, por lo que está bueno tratar de contemplar todas esas necesidades”, finaliza Rosenberg.