1.12.11

MINERÍA VS. MEGAMINERÍA EN LA PUNA JUJEÑA

Hay un modo de vivir y producir el territorio que practican desde tiempos inmemoriales decenas de comunidades originarias de las Salinas Grandes, en Jujuy. Hay, también, fuertes inversiones internacionales con nuevos planes para el lugar: explotación de litio a gran escala. El caso ya llegó a la Corte Suprema.

“Una cosa que rompe todo y gasta mucha agua”, fue la respuesta que encontró Verónica Chávez cuando empezó a averiguar qué era el litio. “Hace tres o cuatro años llegaron unas empresas que dijeron que venían a trabajar. Yo pensé que eran como las otras: de sal”.

Verónica es una mujer de 38 años, de baja estatura, alegre y valiente. Su pueblo se llama Santuario de los Tres Pozos, una comunidad kolla de 74 familias que se localiza hacia la derecha de la Ruta Nacional 52, pocos kilómetros después de atravesar a lo ancho las Salinas Grandes de Jujuy, rumbo a Chile.

Alfonso Lamas, el marido de Verónica, tiene 40 años. Es oriundo de la comunidad Agua Blanca y trabaja en la Cooperativa Minera Salinas Grandes, un emprendimiento de explotación de sal que se fundó en 1993 con 43 habitantes de Santuario de los Tres Pozos y Pozo Colorado. Cada año, después del período de lluvias que ocurre entre diciembre y febrero, cosechan la sal de la superficie, cristalizada tras el paso y la evaporación del agua.

En las Salinas Grandes son varias las empresas dedicadas a la explotación de la sal. Todas ellas, sin embargo, se ubican sobre territorio comunitario perteneciente a pueblos kolla y atacama, de donde incluso provienen sus empleados. Por eso, cuando nuevas empresas llegaron, Verónica no se asombró. “Pero empecé a ver los pozos de agua, entonces pregunté y me dijeron que buscaban litio. Ahí me dolió un montón”.

Reserva de litio, escasez de agua

El Noroeste de Argentina, Chile y Bolivia conforman el denominado “triángulo del litio”. Es un lugar de gran concentración del metal; pero, además, según las empresas transnacionales interesadas en explotarlo, es de los lugares donde su extracción resulta más barata.

Hay litio en cada artefacto con baterías recargables: teléfonos, notebooks, cámaras, etc. Sin embargo, la inminente fabricación de vehículos eléctricos o híbridos explica el crecimiento de la demanda y la celeridad de las compañías megamineras para asociarse con las automotrices. Así es que dentro de algunos años podríamos comprar vehículos que ya no necesiten del petróleo. El reemplazo de la energía fósil no renovable hace que estos automóviles se presenten como ecológicos. Lo irónico es que el proceso de extracción del litio necesario para las baterías que permitirán almacenar la electricidad también destruye ambientes y el modo de vida tradicional de las comunidades andinas.

Las perforaciones de exploración ya están concretándose en la Cuenca de Guayatayoc y Salinas Grandes de Jujuy y Salta. Tan solo estas actividades previas a la explotación del metal generan el desperdicio de miles de metros cúbicos de agua. Nada menos que en la puna jujeña, una zona de extrema sequía.

Pero además, estas tareas significan verdaderas intromisiones. Las salinas son territorio comunitario indígena y por ello, cualquier actividad que se desarrolle en el lugar y pretenda cumplir la ley, requiere de la consulta previa y el consentimiento de las comunidades, según lo establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Es decir, un acuerdo con pleno conocimiento de la cuestión.

Engañar o consultar

Desde hace dos años, Verónica también trabaja en la cooperativa. “Yo tenía todo para trabajar. Tenía mi comedor, mis artesanías, mi marido también tenía trabajo. No necesitaba ir a la salina, pero quería defender. Entonces yo vine a la cooperativa y dije que quería trabajar”.

- ¿El temor era que las empresas negocien con la cooperativa?
- Exacto. Yo pensé que sí o sí iban a querer negociar con la cooperativa. Y así era porque a cada rato llegaban a ofrecer cada vez más plata. En la cooperativa, como no sabían qué era el litio, estaban dispuestos a negociar. Y nos hemos puesto en que no. Éramos mi marido, yo y mis dos cuñados nada más.

- ¿Los únicos en contra de los 43 integrantes de la cooperativa?

- Exacto. Dijimos que no y que no. Nosotros no avalamos. Primero yo no sabía y firmé un aval que al final se cayó. Pero después me quedé pensando qué era eso. Llamé hasta al obispo y me dijeron ‘Tengan cuidado, están entrando, reúnanse todas las comunidades’. Yo empecé a rezar y rezar. Y a la noche me quedaba con mi marido a dormir en la salina para cuidar. Les decía a mis hijitos que vayan a prender una velita en la capilla. Hicimos el deseo de que la cooperativa diga que no.

- ¿Cómo iban informándose?

- Nosotros les contábamos, hacíamos reuniones, vino Chalabe (Alicia, una de las abogadas de las comunidades). Ella se ha largado a venir desde Jujuy para acá. Avisamos a otros pueblos también y ellos vinieron. Y la misma gente de la cooperativa ya se dio cuenta y dijimos que no. Empezamos con reuniones y más reuniones para notificar a las comunidades de alrededor. Tuvimos muchas reuniones. Y en noviembre ya presentamos la demanda en la Corte.

Basada en la ausencia de participación y consulta previa, 33 comunidades kollas y atacamas interpusieron una demanda contra las provincias de Salta y Jujuy y el Estado nacional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La presentación sostiene que “las Salinas Grandes constituyen un ecosistema único que se encuentra dentro de sus propios territorios, el cual les provee de los recursos naturales de uso común que son necesarios para su subsistencia, como el agua y la sal que les permite la vida, el trabajo y la producción”.

Las comunidades solicitan que los gobiernos se abstengan de otorgar nuevos permisos de exploración, se suspendan los ya otorgados y se informe el nombre y razón social de las personas físicas y jurídicas autorizadas por las provincias a realizar tareas de exploración. La demanda fue presentada en noviembre de 2010 y se espera una inminente resolución de la Corte.


Kollas en la Suprema Corte

El personal de seguridad intentó echarlos, pero ellos siguieron allí. Habían viajado especialmente desde las Salinas Grandes para ver a los jueces de la Suprema Corte en la Capital Federal. El hombre les advirtió acerca de las cámaras filmadoras y finalmente comprobó –llamado telefónico mediante- que Verónica Chávez, Alfonso Lamas, Liborio Flores (representante de las comunidades de la provincia de Salta) y el abogado Rodrigo Solá efectivamente tenían cita con los magistrados esa mañana de agosto. Sentada frente a ellos, Verónica les dijo:

“Están rompiendo la salina y nosotros no queremos porque vivimos de la salina, trabajamos en la salina. Sabemos que para el litio se necesita muchísima agua y nosotros somos escasos de agua. Tenemos algunos ojitos de donde toman los animales silvestres que son las vicuñas, los zorros, los suris. Pero si explotan el litio esos ojitos se van a secar y ellos van a tener que morir, como vamos a morir nosotros porque va a quedar toda la salina contaminada y nosotros de qué vamos a vivir después. Es el orgullo de nosotros estar ahora trabajando y viviendo en salina porque nuestros ante abuelos han cuidado y nosotros también tenemos que cuidar para los otros que vienen. Si nosotros dejamos hacer estas cosas, estamos deseando la muerte a todos aquellos que tienen la posibilidad de venir al mundo y a los animales que ha puesto dios”.

Con la provincia también

En enero de 2011, la Dirección de Minería de la provincia de Jujuy entregó equipos de seguridad laboral a la Cooperativa Minera Salinas Grandes en el marco del plan ministerial de “respaldo” a las comunidades. Dos meses después, el litio fue decretado “recurso estratégico provincial”.

El conflicto con la provincia de Jujuy para que reconozca la propiedad comunal indígena de las salinas y entregue los títulos de propiedad lleva más de diez años y también espera resolución judicial. En julio, casi 900 personas cortaron la ruta nacional 52 (que llega a Chile a través del Paso de Jama) en reclamo de los títulos de propiedad y contra la megaminería de litio. “No comemos baterías”, versaban los carteles.

Extranjeros peones

“Yo estaba terminando de hacer el comedor ese que tengo ahora, estaba poniendo el piso. Mi marido se quedó poniendo y yo salí. Ahí estaba un hombre grande, Horacio se llamaba. Entonces dice: ‘Yo no vengo por litio, yo vengo por el potasio’. Y yo como sabía que estaba el potasio, el magnesio, el litio, le dije que no. Yo le dije que el mineral que dios ha puesto aquí es todo para nosotros. Y nosotros vamos a defender con uñas y dientes. No vamos a dejar destruir esto de lo que nosotros hemos vivido".

"Usted señor, usted es un extranjero. ¿Y qué hacen las empresas extranjeras? Vienen, conversan con el gobierno y después se llevan toda la riqueza de nosotros. Y después nos dejan a nosotros todos contaminados. Ustedes tienen hoteles y más hoteles en todos los países y están sentados en el lujo y nosotros aquí en la miseria, le he dicho. Y todavía viene con esa cara a decir que nos da trabajo. Usted nos engaña, le he dicho. Esa plata que nos da no vale nada. Si nosotros decidimos explotar el potasio, el magnesio o el litio, vamos a ser nosotros los que vamos a explotar y si ustedes quieren trabajar con nosotros, no van a ser el dueño, van a ser el peón”.


Fuente: Revista Matices