26.12.11

“UNA VUELTA POR NUESTRAS VIDAS” PARA MIRAR LA DISCAPACIDAD

Jóvenes con discapacidad intelectual del Taller Especial Calidoscopio ubicado en Villa Luzuriaga, localidad del distrito de La Mataza, en el oeste del Gran Buenos Aires, son los realizadores y protagonistas de “Una vuelta por nuestras vidas”, un cortometraje documental que acaban de presentar. Sus contenidos testimoniales, emotivos, permiten que el filme logre comunicar la problemática de las personas con discapacidades y avanzar sobre la concientización de los derechos que los asisten. El trabajo está a disposición de escuelas, entidades y organizaciones sociales para exhibir en forma gratuita y realizar debates sobre el tema.

(Por Héctor Corti) La mayoría estaban sentados en las primeras filas del auditorio del Centro Cultural Valentín Barros. A algunos se los notaba ansiosos. Igual a la sensación que experimentan muchos actores y actrices minutos antes que se inicie un avant premier. Y lo de ellos no era para menos. Es que en la mañana del martes 13 de diciembre esos jóvenes con discapacidad mental estaban a punto de mostrar un nuevo logro en sus vidas. Fueron los que estuvieron adelante y atrás de las cámaras. Los que día a día, a lo largo de varios meses, pusieron todo lo mejor y fueron capaces de subir un nuevo escalón en sus vidas. Aprendieron todo lo necesario para realizar un cortometraje. Y acompañados por sus docentes, consiguieron el producto final que estaba a punto de exhibirse por primera vez en público.

“Una vuelta por nuestras vidas” muestra quienes son y que hacen. Romina, Walter, Germán, Javier, Vanina son algunos de los que abren las puertas de sus casas, cuentan sobre sus trabajos, sus gustos, sus sueños. Y el documental también da voz a otros jóvenes, a familiares, amigos y especialistas para que cuenten sus experiencias. Para que no haya miedo a las palabras. Para que discapacidad sea discapacidad sin ningún eufemismo. Para que se sepa. Para que se tome conciencia. Para que se incluya y no se discrimine. Como dice una frase del documental: “Solemos mirar la discapacidad desde la falta... Quizás lo que falta es empezar a mirar...”.

Amor, derechos, inclusión e integración

A lo largo de 30 minutos se entrelazan historias de vidas y testimonios. Así aparecen el amor, los derechos, el trabajo, la necesidad de información, la integración, el futuro, la comprensión. Con mensajes muy claros como el de Walter, uno de los jóvenes de Calidoscopio, cuando dice: “La gente que sepa que nosotros no somos malos. Somos chicos buenos. Para saber y contar la vida o el amor que uno tiene, por ejemplo”.

Y la concreción del amor entre los discapacitados es uno de los derechos que tienen que ejercer y defender como lo hicieron Héctor (37 años) y Mariela (32). “La gente habla porque habla. Y no sabe”, afirma concluyente Héctor, quien hace ocho años que está en pareja con Mariela y tienen un hijo de 3 años. “Yo soy discapacitado. Y ella es discapacitada. Y el nene salió bien”, enfatiza.

Héctor se hace cargo de su realidad y piensa en el futuro. Cuenta que gana cada dos meses 750 pesos por su trabajo como panadero, que cobra el salario por su hijo y que lo ayuda el padre. Pero igual sueña con hacerse la casa propia para vivir con su familia, ya que por el momento está en la de sus suegros.

Mariana Bochicchio, una de las directoras de Calidoscopio, destaca que dar a conocer los derechos, de difundirlos para hacerlos valer, contribuye a mejorar la calidad de vida. “Uno de los derechos es tener una pensión nacional o provincial de discapacidad. Además de la ayuda económica les permite acceder a una obra social”, explica.

“Todos tenemos derechos. No hace falta tener discapacidad o no. El problema es que no todos pueden ejercerlo con la misma oportunidad. Y si eso es así  porque alguien o algunos institucionalizados no permiten que se los ejerzan”, explica Hugo Fiamberti, Licenciado en Trabajo Social.

El especialista relaciona el tema de los derechos con la inclusión social de los discapacitados. Y concluye: “Estamos haciendo una inclusión plena cuando yo corra esta silla, ponga otra silla, siente a una persona en situación de discapacidad, la escuche, empecemos a construir entre los dos y que él pueda ejercer el derecho de la autonomía, el de la voz, el del voto, entre tantos otros”.

Romina Bochicchio, otra de las directoras de Calidoscopio, sostiene que hablar de discapacidad intelectual “no remite bajo ningún punto de vista a una enfermedad. Tiene que ver con un estado, con algo que acompaña a las personas con un conjunto de características”.

Pero la falta de información, de conocimiento, el tener que enfrentar lo desconocido, provoca reacciones no deseadas, sentimientos de culpa, como reconocen Natalia y Carlos, mamá y papá de Lionel, un bebe con Síndrome de Down al que ahora definen como “el más lindo ‘do mondo’”. O en el caso de Miguela, quien explica que ella vivía en el campo, en Paraguay. Y que cuando se enteró que podía hacerle un trasplante a su hijo Mariano, quien es sordomudo, ya era demasiado tarde.

Marcela Pereira, estimuladora del CEAT (Centro de Estimulación Temprana) del Hospital Simplemente Evita remarca que es muy fuerte para los padres que les digan que su hijo nació con Síndrome de Down o Parálisis Cerebral. “En ese momento se sienten con angustia, con muchas inquietudes, con culpa. El entorno familiar a veces acompaña y en otras no”.

Los discapacitados, como el resto de las personas, sufren las desigualdades sociales, que en la mayoría de los casos repercuten en el desarrollo de sus capacidades y posibilidades. Y este tema aparece en el testimonio Mariana Candeco y María Bianco, maestras de la Escuela Especial 516 de Rafael Castillo.

Las docentes cuentan el trabajo diario que realizan con sus alumnos, de las expectativas que tienen, de la ansiedad para ver los progresos, pero también que “muchos chicos tienen que trabajar. A veces algunos faltan porque van a cartonear o porque no tienen el plato de comida todos los días en la casa. Y eso dificulta el aprendizaje. Están pensando en otra cosa y no en lo que realmente se tienen que preocupar, que es la escuela”.

Fomentar la integración social, generar vínculos, lazos, derribar prejuicios con los discapacitados es uno de los objetivos que tiene Cilsa. Juliana Schajovitsch explica que para cumplirlo, la ONG organiza encuentros entre escuelas especiales y convencionales.

Informar, difundir y debatir

“Una vuelta por nuestras vidas” fue posible por el premio que el Taller Especial Calidoscopio recibió de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la Nación, a través de la convocatoria “Nuestro Lugar”, que consistía en el financiamiento de la realización de un material audiovisual que buscara concientizar acerca de los derechos y de las diferentes realidades que viven las personas con discapacidad intelectual en el contexto de La Matanza, y que fuera realizado por los mismos jóvenes, familias y docentes de la Asociación.

La coordinación del documental estuvo a cargo de las comunicadoras sociales Noelia Seguí y Débora Siciliano. La musicalización es de Mauro Aquino con la colaboración de Matías Aquino. Y la letra del tema “Una mirada diferente” es de Ariel Vincenzino.

La Asociación Calidoscopio ofrece difundir el documental en forma gratuita en los colegios, organizaciones sociales, instituciones y entidades que lo soliciten, acompañándolo con jornadas de inclusión o charlas que sirvan para debatir el tema.

El Taller Especial Calidoscopio está ubicado en Thames 333, Villa Luzuriaga. Su número de teléfono es (011) 4645-0683 y el correo electrónico es tecalidoscopio@hotmail.com. Los interesados en conocer mayores detalles de las actividades de la institución pueden ingresar a su página en Internet, o tomar contacto a través de la red social Facebook.