17.6.10

LA LEY DE SEVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL PRESERVARÁ LAS IDENTIDADES CULTURALES


Miguel Rodríguez Villafañe, abogado cordobés especialista en Derecho de la Información, remarcó que la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual "plantea algo importante para cada comunidad y es que deberá existir producción local, lo que potenciará no solamente los valores periodísticos y artísticos de cada región sino que preservará las identidades culturales”. 


El presidente de la Asociación Iberoamericana de Derecho de la Información y de la Comunicación (Aidic), también destacó que la nueva legislación "nos da la posibilidad de abordar otra problemática de fondo, que es el acceso a la comunicación en situación de igualdad. Hasta hace tiempo, el concepto de radio y televisión estaba vinculado a la capacidad económica de la persona que pudiera adquirir efectivamente los equipos de transmisión, e inclusive acceder a un equipo de recepción era costoso”.

El jurista abordó el tema durante su participación como panelista en la charla sobre "La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y su beneficio para la Democracia", que organizó el Circulo Sindical de la Prensa y la Comunicación (CISPREN) de Bell Ville, Córdoba, realizada en el “Cine Teatro Coliseo” el pasado lunes 14 de junio, y a la que concurrieron más de 600 estudiantes de los cursos superiores de la escuela técnica “Antonio Graziano” y de otros establecimientos secundarios locales.

La exposición de Villafañe fue la siguiente:

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un elemento imprescindible para profundizar la democracia en Argentina porque nos permitirá volver a discutir cosas de fondo en Argentina, permitiéndonos el análisis de cosas que realmente importan frente a numerosos temas meramente distractivos que son inducidos por una sociedad que solamente motiva la transgresión como norma.

Además, esta ley viene a reemplazar la Ley de Radiodifusión sancionada en la época del proceso militar, que en realidad fue un pacto explícito entre la economía de la especulación y el lucro, y el autoritarismo político. Esto truncó la primera revolución comunicacional que se venía dando en Argentina, que venía siendo “radio céntrica” en materia de instalación de medios, por su centro en Buenos Aires.

Frente a eso, el cooperativismo tuvo un gran rol siendo protagonista de esta primera revolución al impulsar el servicio de televisión por cable para las ciudades chicas con hitos importantes, como sucedía en 1980 en Totoral, adonde se podían ver 15 canales por cable mientras en la ciudad de Córdoba sólo podíamos ver 3 canales de aire porque todavía no estaba instalado el cable.

Pero la ley de la dictadura truncó este proceso porque las cooperativas pasaron a ser un enemigo concreto de este pacto entre la especulación y el autoritarismo, que no reconocía la lógica solidaria ni la dinámica democrática de las cooperativas. Por eso es que la vieja ley no permitía que las cooperativas fueran titulares de licencias, lo que impulsó un largo camino de lucha judicial que en algunos casos nos permitió importantes victorias, como el fallo de la Corte Suprema cuando nos dio la razón al declarar la inconstitucionalidad de la marginación de las entidades sin fines de lucro a la hora de otorgar licencias de radiodifusión.

No obstante, también tuvimos que dar otro paso cuando el Comfer no quería vender los pliegos para participar en la obtención de frecuencias, lo que también obtuvimos previa batalla judicial ante la Corte. No obstante seguía vigente que las cooperativas no pudieran acceder a la obtención del servicio de radiodifusión, teniendo siempre como sospechado al capital solidario, pese a que en nuestro país el cooperativismo merece un monumento particular, porque fue la llama piloto de un modelo de organización social, sin discriminaciones, para decidir con lógica democrática el bien común.

Esto es importante destacar teniendo en cuenta que la nueva ley de medios audiovisuales prevé la participación en la actividad de la comunicación no sólo en el caso de todo el sector de la economía solidaria, sino también a todo el sector de la sociedad civil, ya que plantea nuevas perspectivas frente a la vieja ley de radiodifusión. Es más, aún con todos sus aspectos perfectibles, la peor ley hecha ahora es diez mil veces mejor que la que teníamos.

Aún así, hay razonamientos interesados y tramposos como los que sostienen que la nueva ley le da un hándicap al gobierno nacional que la anterior no, ante lo cual hay que recordar que la nueva autoridad de aplicación de la ley, creada en reemplazo del Comfer, por primera vez tiene representación de organizaciones civiles, de gremios, de universidades y de cada una de las tres primeras minorías políticas, frente a lo cual la anterior ley sólo concedía la titularidad del Comfer a un interventor del gobierno nacional sin rendir cuentas a nadie.

Por otra parte, la nueva ley nos da la posibilidad de abordar otra problemática de fondo, que es el acceso a la comunicación en situación de igualdad. Hasta hace tiempo, el concepto de radio y televisión estaba vinculado a la capacidad económica de la persona que pudiera adquirir efectivamente los equipos de transmisión, e inclusive acceder a un equipo de recepción era costoso.

Esto trajo como consecuencia que ciertos sectores se acostumbraran a la lógica de entender que estos servicios sólo responden al criterio comercial. Pero el mundo ha evolucionado y sabemos que la persona que no accede a la comunicación es un minusválido social. No alcanza con saber leer y escribir, sino que tiene que garantizarse a la persona el acceso a la comunicación para su sobrevivencia.

En este marco, nuestro país aún se caracteriza por la discriminación que opera en el acceso a la televisión gratuita, lo cual implica que para ver televisión hay que pagar antena parabólica, decodificador satelital o televisión por cable, y el que no tenía dinero para eso directamente no accedía a un bien de la cultura, lo cual es por demás injusto. Por eso es muy auspicioso que aquí en Bell Ville se trabaje desde una cooperativa en la televisión por aire.

La nueva ley plantea algo significativamente importante para cada comunidad, y es que deberá existir producción local, lo que potenciará no solamente los valores periodísticos y artísticos de cada región sino que preservará las identidades culturales. Esto es muy necesario para enfrentar la lógica del estereotipo de sectores a la cual responde en general la producción de los medios concentrados, pero además sirve para evitar la colonización de contenidos.

Siempre digo que el ejército de ocupación más grande que tiene el mundo se llama Hollywood, que es a la vez el máximo discriminador, ya que en su cine el árabe es terrorista, el colombiano es necesariamente narcotraficante y el italiano es necesariamente mafioso , lo que consecuentemente genera el aislamiento de sectores por inducción de los medios.

Por otra parte, la nueva ley aborda aspectos tecnológicos que la vieja ley no preveía, ya que era una ley de los 80 que ni siquiera contemplaba a las FM como medios. La nueva ley trae una nueva conceptualización para los medios de comunicación en tanto se aborda la multiplicidad de prestaciones de un mismo instrumento técnico, como puede ser la telefonía celular o Internet.

En este sentido, creo que los adultos estamos en una etapa en la que tendríamos que sentarnos con los jóvenes y escucharlos porque esta actualización tecnológica permanente nos impone la necesidad de un verdadero diálogo intergeneracional, para hacernos cargo de nuestra propia responsabilidad formativa como adultos, frente a fenómenos como la apocopación del lenguaje que provoca el uso de la telefonía celular.

Aún más, la nueva ley promueve que el manejo de la información no quede solo en manos del mercado, lo que supera el pacto establecido por la dictadura con la economía del lucro. Esto implica que a la ciudadanía se le debe dar información que posiblemente no vende, pero que es imprescindible para la formación cívica.

En este sentido es destacable que la nueva ley divida al espectro de las radiofrecuencias en tres campos para comunicación audiovisual, uno es el comercial, para que los medios de comunicación comerciales cumplan efectivamente con su rol de rentabilidad económica, pero también se garantiza la existencia de medios estatales cuya lógica será la rentabilidad cívico cultural, y finalmente lo que daríamos en llamar los medios privados de entidades sin fines de lucro, que generarían la rentabilidad social.

Esto también es muy valioso para evitar el riesgo que, por el accionar exclusivo y excluyente de los monopolios de la comunicación, ante determinada información se invisibilizan temas, personas y pueblos. En este sentido, es necesario que la sociedad comprenda que la libertad de expresión implica la necesidad de que halla medios plurales y alternativos. Esto también está dirigido a rescatar el acto humano de dar a conocer a través de periodistas de carne y hueso, frente a la deshumanización del contenido de las informaciones a la que nos está llevando la tecnología en manos de los monopolios.

Considero que la objeción judicial a la nueva ley de medios audiovisuales dada a conocer por la jueza federal de Mendoza, Pura de Arrabal en respuesta a un pedido particular es tremendamente inconstitucional, ya que se violó el principio de la presunción de la validez de los actos del estado, y además efectuó un pronunciamiento fuera de su jurisdicción, ya que el supuesto agravio se dio en la Cámara de Diputados que está en la Capital Federal, en cuya jurisdicción cabe la queja.

Pero además se rompió un principio jurídico que se refiere a la operación sobre políticas no judiciables, más la ausencia de caución. Por eso es que creo que la Corte Suprema revocará la medida de la jueza que paraliza la aplicación de la nueva Ley, si bien aún sostengo la necesidad de que se aplique el “per saltum” para resolver esta cuestión y así evitar que tras un fallo favorable a la ley ahora, aparezca otra objeción judicial en otra provincia.

Tras esta resolución espero que todos los argentinos contemos con una ley que nos permita construir una democracia participativa, en la que haya libertad de expresión garantizada por una política de estado fijadas en una norma que supere la coyuntura y el accionar de los monopolios. Es la única forma en que podremos superar todos los miedos y podamos recuperar el espacio público.

Fuente: ANC-UTPBA