25.10.11

PLÁSTICA Y MODERNA

Para evitar el fracaso escolar, los alumnos de los primeros años del nivel medio de la escuela Blanca Etchemendy, en la ciudad de Córdoba, asisten a talleres que dictan voluntarios de la Fundación Inclusión Social, a través del proyecto “Presente en la escuela”. La propuesta ha permitido que se sientan más contenidos y permanezcan en el colegio.

La veintena de chicos de primer año de la escuela Blanca Etchemendy de Villa El Libertador, barrio del suroeste de la ciudad de Córdoba, ya sabe que cada 15 días tienen una actividad especial, un espacio para compartir sus inquietudes, sus sueños y sus proyectos. A partir de un trabajo conjunto de la escuela con la Fundación Inclusión Social, los alumnos de los tres primeros años del nivel medio participan de talleres motivacionales para que no dejen la escuela.

“En el nivel medio, la deserción alcanza índices preocupantes: según datos oficiales, en Córdoba, el 18% de los jóvenes entre 15 y 19 años abandonan sus estudios, y el 71% de los jóvenes de entre 15 y 21 años se encuentra en situación de riesgo educativo. Y esta escuela no es la excepción”, dice la coordinadora de la actividad Inés Cortes.

Para evitar que abandonen los estudios y alentar a los chicos a quedarse en la escuela, los voluntarios de la Fundación, en el marco del proyecto “Presente en la escuela”, proponen diversas actividades a los alumnos de los tres primeros años del secundario, con el objetivo de desarrollar en ellos un sentido de identificación y pertenencia con el colegio, y que no sientan hacia la escuela sólo una obligación académica.

“Lo primero que hacemos es un diagnóstico de situación para saber cuáles son las problemáticas del curso, qué situaciones los incomodan y hacen que no se sientan bien en el colegio. A partir de allí, ideamos un proyecto para trabajar durante el año. En la Blanca Etchemendy, vimos que hay muchas peleas intercursos; entonces pensamos en hacer una revista escolar en la que tengan que trabajar en grupo”, cuenta Cortés.

En cada encuentro con los miembros de la Fundación se va dando forma a la revista: se planifican las secciones y se dividen en grupo para hacer las distintas notas; todo el material se utilizará para armar el producto final a fin de año.

“Este año trabajamos en horario escolar y nos ayuda la profesora de Lenguas. Es un desafío porque hasta el año pasado era extracurricular, entonces venía el que quería. Al trabajar en el aula tenemos que trabajar con todos, los que están interesados y los que no”, explica Cortés.

Cada actividad que se propone permite conocer más sobre las inquietudes de los alumnos, e inevitablemente salen a la luz los problemas que los atraviesan, las cosas que les gustaría cambiar de la relación con sus compañeros, o qué esperan ser y hacer en el futuro. La tarea de la Fundación, junto a los docentes y directivos, es poder allanar los caminos para que encuentren en la escuela, por lo menos, algunas respuestas, que reconozcan en el estudio una herramienta para formarse y acercarse un poco más a esos sueños que hoy escriben en un papel y pegan en un afiche, como una actividad más de las que proponen los voluntarios.

La deserción, un problema de todos

Bajo la idea de que la deserción es un problema de todos, el trabajo en las aulas se complementa con otras acciones, como el apoyo a la gestión directiva y talleres motivacionales para docente. Además, se busca sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de comprometerse frente al fracaso escolar y la importancia de colaborar en el cumplimento del derecho a la educación de los jóvenes.

“Hay que empezar a entender que el abandono escolar nos involucra a todos. Si pensamos que el 48% de los adolescentes dejó el colegio en 2009, en 10 años la mitad de la población económicamente activa no habrá terminado el secundario”, plantean en la Fundación.

Desde el año 2009, Inclusión Social trabaja en distintas escuelas de la ciudad para evitar la deserción escolar. Al principio brindaban sólo clases de apoyo de Inglés, Matemática y Lengua, las materias en las que los alumnos presentaban mayor dificultad.

“Los resultados fueron excelentes, sobre todo porque los alumnos fueron a las clases de apoyo los sábados por la mañana, rindieron en diciembre superando el miedo que le tenían a los exámenes, y continuaron participando en nuestras actividades al año siguiente”, manifiestan desde la Fundación.

El año pasado, en tanto, incorporaron los talleres motivacionales como un espacio para que los chicos dediquen tiempo a reconocer la importancia de terminar la escuela, mediante actividades recreativas.

“Presente en la escuela” es una propuesta que ha demostrado buenos resultados, no sólo para las escuelas sino para los voluntarios que sienten que su tarea es útil al ver que los estudiantes pasan de año y mejoran su rendimiento y relación con sus pares.

“Me pareció muy buena onda hacer algo por la sociedad para evitar la deserción. Sentía que yo estudiaba para mí y necesitaba hacer algo. Nunca fui voluntario y me encantan los apoyos. Veo que los chicos vienen con ganas, le ponen pilas, tienen ganas de mejorar, entonces me dan más ganas a mí de explicarles. Además, son muy buenos chicos, se nota, y es una lástima que dejen porque sin secundario no se puede hacer nada”, expresa Manuel, estudiante de Ciencias Biológicas y voluntario en la fundación.

Fuente: Revista Matices