Nueve cuentos de ocho autores argentinos, y del uruguayo Horario Quiroga, conforman la primera antología de cuentos infantiles editada por la Biblioteca Nacional. Quelonios 1 es el nombre de la obra que marca la puesta en funcionamiento de una política editorial dirigida, por primera vez en doscientos años, al público infantil.
(Por Marisa Rojas / ANdeNES).- Había una vez una Biblioteca Nacional. En la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación, esta institución llevaba adelante una interesante política de ediciones, especialmente vinculada al acervo clásico argentino, a esos títulos que ya no existen en el mercado comercial, y a los facsimilares de revistas del pasado. Así, al tiempo que trabajaba en la recepción de lectores e investigadores y en el facilitamiento de materiales incunables, producía –y promocionaba- lectura a través de sus propias publicaciones. Pero esa Biblioteca, con más de 200 años de vida, e historia, nunca había editado nada dirigido a los chicos y chicas de su país.
“Es que la Biblioteca Nacional no parece infantil, no parece cercana a lo infantil; el edificio, sus problemas culturales, políticos, técnicos, no parecen los más apropiados para pensar en lo infantil, pero a mí me parece que ya había llegado el momento de publicar material de lectura para los niños. De ahí surgió este libro tan lindo que tiene como selección a los principales escritores de literatura infantil de Argentina, a los que hay que agradecerles que hayan cedido los derechos”, explica el director de la Biblioteca Nacional, el sociólogo Horacio González.
El libro se llama Quelonios 1 y debe su nombre a la denominación genérica que reciben las tortugas. En palabras del propio González: “Esos animalitos que conviven tan silenciosa y respetuosamente con nosotros, los cuáles han inspirado toda clase de pensamientos sobre el movimiento desde la Antigüedad”. Y al movimiento del encuentro, en la lectura, de niños y mayores con ánimo de sorprenderse, invita hoy el libro que editó María Rita Fernández, diseñó Carlos ‘Cucho’ Fernández, ilustró Mey!, y cuyas pruebas supervisó Felipe Scilletta, de seis años de edad.
“Felipe es el hijo de una compañera de trabajo, fue muy lindo trabajar con él”, cuenta Sebastián Scolnik, coordinador de Ediciones de la Biblioteca, quien sobre el origen del proyecto detalla que “por un lado, como decía Horacio, la Biblioteca no tenía una política específica hacia los niños. Pero, por otro lado, venía desarrollando, a través del Área de Asuntos Comunitarios, un conjunto de actividades culturales comunitarias ligadas al Tren Social del Ministerio de Desarrollo Social. Y ahí se nos iba haciendo cada vez más evidente que la Biblioteca no estaba ofreciendo en su panorama de promoción de la lectura una política editorial hacia los niños”.
Al respecto, María Rita comenta que “todo lo que manejaban las chicas de Comunitarios eran publicaciones que estaban por fuera de la Biblioteca, tenían que acercarse directamente a las editoriales y a los autores para conseguir literatura para trabajar en los talleres”. Fue el mismo equipo de Asuntos Comunitarios, con Flavia Helguero y Noelia Capello al frente, quienes trabajaron en la convocatoria de los autores, en la selección de los cuentos y en la gestión de las autorizaciones para la publicación de las obras.
Nueve obras, 3 de ellas –Los horneros, de Juan José Manauta; Amistades peligrrrosas, de Patricia Suárez; y Una pulga y un perro, de Cristina Martín- inéditas, entre las que se incluyen el clásico de Horacio Quiroga, La tortuga gigante, el inteligentísimo cuento de Luis María Pescetti, Mamá, ¿por qué nadie es como nosotros?, y el título de Elsa Bornemann que en 1977 prohibió la dictadura cívico-militar por “relatar una huelga de elefantes con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo”.
“Elsa nos dio la libertad de elegir cualquiera de sus cuentos. Estaba muy dispuesta. Y la verdad es que nos parecía que si nos daba esa posibilidad, Un elefante ocupa mucho espacio no podía faltar”, explica María Rita.
Así, la explotación y el abuso de poder, como también la libertad, la diversidad, la amistad y el amor, están presentes en el libro que inaugura la Colección Quelonios, primera obra de la Biblioteca Nacional para los niños y niñas de Argentina. Se trata de una iniciativa tan bella y cuidada como inteligente, que no está atada a las tendencias excluyentes del mercado.
“Habitualmente hay una subestimación de los niños, hay una infantilización pero no en el sentido de infancia. La infancia es una cosa importante, casi te diría una característica de la época. La infancia significa una relación con el aprendizaje, con las reglas, con la capacidad de desarrollar un saber y una orientación en el mundo que hoy, cuando muchas de las referencias se aceptan como ambiguamente sostenidas, la infancia tiene como una clave que es de una potencia extraordinaria. Mientras que la infantilización tiende a anular justamente esa capacidad de saber de los niños, esa capacidad investigativa, diciendo cosas como que ‘hay temas tabúes’, cuando en realidad no tendría por qué haberlos. El asunto es el tratamiento amplio y con respeto de las cosas”, concluye Sebastián.
Fuente: ANdeNES
(Por Marisa Rojas / ANdeNES).- Había una vez una Biblioteca Nacional. En la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación, esta institución llevaba adelante una interesante política de ediciones, especialmente vinculada al acervo clásico argentino, a esos títulos que ya no existen en el mercado comercial, y a los facsimilares de revistas del pasado. Así, al tiempo que trabajaba en la recepción de lectores e investigadores y en el facilitamiento de materiales incunables, producía –y promocionaba- lectura a través de sus propias publicaciones. Pero esa Biblioteca, con más de 200 años de vida, e historia, nunca había editado nada dirigido a los chicos y chicas de su país.
“Es que la Biblioteca Nacional no parece infantil, no parece cercana a lo infantil; el edificio, sus problemas culturales, políticos, técnicos, no parecen los más apropiados para pensar en lo infantil, pero a mí me parece que ya había llegado el momento de publicar material de lectura para los niños. De ahí surgió este libro tan lindo que tiene como selección a los principales escritores de literatura infantil de Argentina, a los que hay que agradecerles que hayan cedido los derechos”, explica el director de la Biblioteca Nacional, el sociólogo Horacio González.
El libro se llama Quelonios 1 y debe su nombre a la denominación genérica que reciben las tortugas. En palabras del propio González: “Esos animalitos que conviven tan silenciosa y respetuosamente con nosotros, los cuáles han inspirado toda clase de pensamientos sobre el movimiento desde la Antigüedad”. Y al movimiento del encuentro, en la lectura, de niños y mayores con ánimo de sorprenderse, invita hoy el libro que editó María Rita Fernández, diseñó Carlos ‘Cucho’ Fernández, ilustró Mey!, y cuyas pruebas supervisó Felipe Scilletta, de seis años de edad.
“Felipe es el hijo de una compañera de trabajo, fue muy lindo trabajar con él”, cuenta Sebastián Scolnik, coordinador de Ediciones de la Biblioteca, quien sobre el origen del proyecto detalla que “por un lado, como decía Horacio, la Biblioteca no tenía una política específica hacia los niños. Pero, por otro lado, venía desarrollando, a través del Área de Asuntos Comunitarios, un conjunto de actividades culturales comunitarias ligadas al Tren Social del Ministerio de Desarrollo Social. Y ahí se nos iba haciendo cada vez más evidente que la Biblioteca no estaba ofreciendo en su panorama de promoción de la lectura una política editorial hacia los niños”.
Al respecto, María Rita comenta que “todo lo que manejaban las chicas de Comunitarios eran publicaciones que estaban por fuera de la Biblioteca, tenían que acercarse directamente a las editoriales y a los autores para conseguir literatura para trabajar en los talleres”. Fue el mismo equipo de Asuntos Comunitarios, con Flavia Helguero y Noelia Capello al frente, quienes trabajaron en la convocatoria de los autores, en la selección de los cuentos y en la gestión de las autorizaciones para la publicación de las obras.
Nueve obras, 3 de ellas –Los horneros, de Juan José Manauta; Amistades peligrrrosas, de Patricia Suárez; y Una pulga y un perro, de Cristina Martín- inéditas, entre las que se incluyen el clásico de Horacio Quiroga, La tortuga gigante, el inteligentísimo cuento de Luis María Pescetti, Mamá, ¿por qué nadie es como nosotros?, y el título de Elsa Bornemann que en 1977 prohibió la dictadura cívico-militar por “relatar una huelga de elefantes con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo”.
“Elsa nos dio la libertad de elegir cualquiera de sus cuentos. Estaba muy dispuesta. Y la verdad es que nos parecía que si nos daba esa posibilidad, Un elefante ocupa mucho espacio no podía faltar”, explica María Rita.
Así, la explotación y el abuso de poder, como también la libertad, la diversidad, la amistad y el amor, están presentes en el libro que inaugura la Colección Quelonios, primera obra de la Biblioteca Nacional para los niños y niñas de Argentina. Se trata de una iniciativa tan bella y cuidada como inteligente, que no está atada a las tendencias excluyentes del mercado.
“Habitualmente hay una subestimación de los niños, hay una infantilización pero no en el sentido de infancia. La infancia es una cosa importante, casi te diría una característica de la época. La infancia significa una relación con el aprendizaje, con las reglas, con la capacidad de desarrollar un saber y una orientación en el mundo que hoy, cuando muchas de las referencias se aceptan como ambiguamente sostenidas, la infancia tiene como una clave que es de una potencia extraordinaria. Mientras que la infantilización tiende a anular justamente esa capacidad de saber de los niños, esa capacidad investigativa, diciendo cosas como que ‘hay temas tabúes’, cuando en realidad no tendría por qué haberlos. El asunto es el tratamiento amplio y con respeto de las cosas”, concluye Sebastián.
Fuente: ANdeNES