4.7.11

NO IMPORTA LA VIDA MIENTRAS EL NEGOCIO CREZCA

A la lista de víctimas por la fumigación se le agregó un nuevo nombre. Hace pocos días un pibe de ocho años, Marcos Gentiletti, murió como consecuencia de una leucemia mieloide. Marcos vivía en Villada, un pueblito del sur de Santa Fé. Muchos pueden tener responsabilidad en el asesinato, pero lo seguro es el arma homicida: el glifosato.



(Por Héctor Corti).- Cuando el interés económico y político es demasiado fuerte como en el caso del agronegocio, no es fácil que las investigaciones científicas y las denuncias respecto a las consecuencias de los agrotóxicos sobre la salud de las personas se conviertan en un tema de la llamada “agenda” informativa. También se invisibilizan las historias de vida y de muerte de hombres y mujeres, de chicos y chicas comunes. De quienes habitan y trabajan en los campos y pueblos rurales de las provincias agrarias. Seres humanos que reciben el veneno desde las avionetas o de los “mosquitos”, esas máquinas de fumigar, hasta en la puerta de sus casas.

Sin embargo, algunas veces la crónica periodística se subleva a ese orden y muestra  aspectos de esa realidad poco conocida para la mayoría de las personas. Uno de esos informes, el publicado por el portal BWN Patagonia, cuenta una nueva muerte como consecuencia del glifosato, la de Marcos Gentiletti, un chico de ocho años.

Marcos tuvo menos suerte que otros pibes de su Villada natal. Porque muchos de sus amigos sufren asmas. Pero él tuvo que pelear en su corta vida contra una leucemia mieloide. Y pasaba la mitad del mes internado en un sanatorio de Rosario y la otra con un barbijo en su casa.

Cuenta la abogada ambientalista Graciela Gómez que el presidente comunal Ramiro Hernández calificó de “quisquillosos” a los vecinos que exigieron una ordenanza de acuerdo a la Ley 11.273, porque en “Villada se fumiga a menos de 100 metros de las casas”. Ahora, el funcionario cedió a la demanda y hasta prometió ayudar a la familia de Marcos. Pero no le podrá devolver la vida.

A principio de este año, también se conoció otra víctima fatal por el uso de este agrotóxicos. Julieta Sandoval nació con malformaciones como consecuencia de la exposición que su madre tuvo al glifosato durante el período de gestación y no llegó a cumplir un año.

Gómez relata que llegó al caso por intermedio de otro ambientalista de Santiago del Estero que le decía que “ningún medio local le quería hacer una entrevista y esa madre estaba desesperada pidiendo mochilas de oxígeno y una casa”, durante una entrevista realizada por FM 99.5 Radio Noticias de La Pampa y reproducida por el portal BWN Patagonia.

Julieta nació en su casa pegada a los campos de soja que recibía una constante fumigación. “Nosotros denunciamos en Bandera las tres pistas de aterrizaje, no hay agua, no se efectúa el triple lavado de los bidones vacíos. Una madre expuesta a contantes fumigaciones desde antes de gestar a la bebe y dentro de los 28 días posteriores que son los más críticos”, remarca la abogada.

Los mismos médicos le dijeron que la causa de las malformaciones son los agroquímicos porque le hicieron dos estudios genéticos y ambos dieron negativo, que la bebe era normal. “¿Entonces que produjo las malformaciones si no son congénitas? Los agroquímicos son capaces de alterar la división celular sin alterar los cromosomas”, enfatiza.

La corta vida de Julieta no fue fácil. Junto a su mamá y la familia vivieron durante cinco meses en una habitación del hospital Colonia el Simbolar porque no tenían donde estar. Es que la beba requería cuidados especiales.

Julieta respiraba a través de una traqueotomía porque había nacido con múltiples malformaciones en un hospital de Tostado, en Santa Fe, porque los de Santiago del Estero estaban de paro en aquel momento.

“De Tostado la trasladaron al Hospital Alassia de Santa Fe y allí la filmaron. Pedí al Ministerio de Salud de la Nación que recupere esa filmación y que las muestras que estaban en el Garraham se conserven”, detalló Gómez.

La ambientalista también cuenta que en Francia hay un caso similar, el de Theo, de tres años, que ya fue operado 35 veces. No habla y tiene una traqueotomía como Julieta. La diferencia es que esa familia francesa tiene los medios para dar la lucha por la vida de su hijo. En cambio, Julieta ni siquiera tenía una casa donde vivir.

En las escuelas también


“‘Los agrotóxicos incrementan el aprendizaje en nuestros niños’: tal parece ser la sentencia emitida por el gobierno provincial y avalada por un sin número de corporaciones, asociaciones profesionales, productores agrícolas, entre otros, al permitir fumigar con venenos en las proximidades de escuelas rurales de Santa Fe”.

La definición forma parte de un documento que hizo público el pasado 12 de junio el Centro de Protección a la Naturaleza (CEPRONAT) de Santa Fe, integrante de la campaña “Paren de Fumigarnos!”, en el que da cuenta de los numerosos informes de docentes, vecinos y padres preocupados por esta situación -con apoyo de registros gráficos-, de que “mosquitos” y avionetas “han realizado fumigaciones a escasísima distancia de establecimientos educativos, algunas a 15 metros y con los alumnos en clase”.

“Las escuelas rurales primarias Almafuerte, de Paraje El Ombú (cercano a Arroyo Seco); Villa Amelia (cercana a Rosario); Paraje El Mataco (cercano a La Rubia), son sólo una muestra de lo que sucede con las más de 800 escuelas rurales de nuestra provincia, que reciben las gotas de veneno sobre las cabezas de docentes y alumnos”, agrega.

La organización ambientalista destaca que en julio del año 2010, el gobierno provincial elevó a la Legislatura el proyecto de modificación de los artículos 33, 34 y 38 de la ley 11.273, entre otros, estableciendo límites precisos a las fumigaciones según la categoría toxicológica de los productos.

Explica que el artículo 38 se encuentra dedicado específicamente al herbicida glifosato y es taxativo al respecto, al afirmar que “Sin perjuicio de lo dispuesto y por aplicación de idéntico principio, (principio de precaución) se prohíbe la aplicación aérea de glifosato dentro de los mil (1000) metros del límite de la planta urbana y su aplicación terrestre dentro de los quinientos (500) metros de la misma y de los de establecimientos educacionales rurales, de parques industriales, de complejos deportivos y recreativos, de zonas de interés turístico, barrios privados y caseríos, áreas naturales protegidas declaradas tales por autoridad competente, de los ríos, arroyos, lagunas y humedales señalados en la cartografía oficial”.

Y denuncia que “estas modificaciones a la ley -mal llamada- de Fitosanitarios, tiene media sanción de la Cámara de Diputados de la provincia, pero hoy duerme cajoneado en las comisiones del Senado provincial”.

Los científicos demuestran y denuncian

La Universidad Nacional de Rosario (UNR) fue sede del segundo Encuentro de Médicos de Pueblos Fumigados, en el que se ratificó que la fumigación con agrotóxicos provoca enfermedades severas como cánceres, abortos espontáneos, trastornos de la fertilidad y nacimientos de hijos con malformaciones congénitas a las poblaciones expuestas.

El documento final denunció el crecimiento en la utilización de plaguicidas, que tiene como consecuencia severos trastornos respiratorios, endócrinos, neurológicos, hematológicos y psíquicos en las personas que sufren la fumigación y reclamó “a los candidatos a presidente y gobernadores de todas las fuerzas políticas que se expresen públicamente sobre cómo van a proteger la salud y la vida de la población de los pueblos fumigados”.

El doctor Andrés Carrasco, jefe del laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires (UBA) fue uno de los primeros científicos argentinos que demostró en laboratorio los efectos del glifosato en animales. Los mismos fueron advertidos al utilizar el agroquímico en las cantidades recomendadas por sus fabricantes, pero también aparecieron en embriones expuestos a dosis hasta 1.540 veces inferiores a las usadas en los campos de soja.

“Si médicos de todo el país plantean y denuncian que en zonas donde se fumiga con glifosato aumentaron hasta cuatro veces más los casos de malformaciones, abortos, cáncer y leucemia en niños y jóvenes, yo no puedo pensar que deliran, que es un complot, o mienten”, enfatizó Carrasco.

La organización ambientalista Greenpeace acaba de publicar un informe científico mundial sobre el herbicida glifosato, extensamente utilizado en Argentina para la producción de soja transgénica, donde advierte los efectos nocivos para la salud humana y el medio ambiente que provocan su utilización.
La evidencia detallada en el informe “Tolerancia a herbicidas y cultivos transgénicos. Por qué el mundo debería estar preparado para abandonar el glifosato”, demuestra que los productos a base de glifosato pueden tener efectos adversos sobre la salud humana y animal y el ambiente.

Señala que promovido como “seguro”, el glifosato es el ingrediente activo en muchos herbicidas comercializados en todo el mundo, incluyendo la conocida formulación “Roundup” de la empresa multinacional Monsanto. Los herbicidas a base de este producto son ampliamente utilizados para el control de malezas ya que no son selectivos y eliminan toda la vegetación.

En cuanto a los impactos en la salud humana, el informe advierte que la exposición de los seres humanos al glifosato ha sido vinculada a varios efectos crónicos: reproductivos (defectos de nacimiento), cáncer, neurológicos (incluso implicado en causar el mal de Parkinson), y efectos agudos por el uso directo del producto por los agricultores o por la exposición de los habitantes.

Además, el informe señala la preocupación de que los defectos congénitos experimentados por mujeres en Argentina y Paraguay puedan ser consecuencia de su exposición al glifosato utilizado en cultivos de soja y arroz transgénicos.

Se indica que estudios científicos demuestran el potencial del glifosato para interrumpir la reproducción, por su capacidad de causar daño mitocondrial, necrosis y muerte celular en células embrionarias y placentarias; y de causar alteraciones endócrinas, incluyendo la interrupción en la producción de progesterona y estrógenos, y el retraso en la pubertad masculina.

¿Cuántas muertes más se necesitarán? ¿Qué nuevas evidencias científicas habrá que sumar para que se acepte lo demostrado? ¿Hasta cuándo el interés económico de unos pocos prevalecerá sobre la salud y la vida de la mayoría?

Preguntas que por el momento no tienen respuestas. Porque las respuestas deberán construirse entre todos.