El 24 de marzo de 2004 a 28 años del último golpe de Estado, el Presidente formalizó la creación de un Museo de la Memoria en la ESMA, el principal centro de detención ilegal de la dictadura, y en un discurso pidió "perdón" en nombre del Estado por el silencio ante las "atrocidades" del Proceso. Esa misma mañana, Néstor Kirchner ya había protagonizado un hecho de enorme valor simbólico: el retiro, de manos del jefe del Ejército, Raúl Bendini, de los retratos de los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone del Patio de Honor del Colegio Militar.
(Por Laura Benadiba *) Me gustaría recordar ese día, cargado de simbolismos, cuando el presidente Néstor Kirchner pidió perdón de parte del Estado Nacional “por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”.
Después de la firma de ese documento, que convertía a la ESMA en “un espacio para la memoria y promoción de los derechos humanos”, las rejas se abrieron y el público, que esperaba afuera, fue accediendo al lugar.
Los HIJOS llevaban claveles rojos que dejaron en el piso junto a la puerta de madera del edifico principal. Sobre las flores, las fotos de los desaparecidos.
Las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), las Abuelas, los Familiares y miembros de otros organismos de derechos humanos llegaron a la ESMA temprano, para poner en las rejas que rodean el predio una gran bandera con las fotos y los nombres de cientos de desaparecidos.
Unos días antes los sobrevivientes entraron a lo que fueron sus celdas y salas de torturas para reconocer el sitio, las víctimas que nunca salieron de allí estaban presentes.
En el acto uno de los oradores dijo “Esto es el fruto de que en estos 28 años los organismos de derechos humanos, los familiares, los sobrevivientes, los exiliados y el pueblo hemos mantenido nuestras banderas de verdad y justicia y preservado la memoria para que nunca más se repitan los crímenes del terrorismo de Estado”.
Las flores quedaron bajo la puerta de madera junto con carteles y fotos de desaparecidos. Una pancarta amarilla, del estilo de una señal de tránsito, señalaba “aquí muchas desaparecidas dieron a luz y sus bebés fueron robados por los genocidas”. Jóvenes y mayores no pudieron contenerse, lloraban abrazados.
Terminada la ceremonia frente a la ESMA llegó el momento de los discursos. Se vieron algunos puños en alto y muchos dedos en Ve. Kirchner y su mujer, Cristina Fernández, se emocionaron y tuvieron que limpiarse las lágrimas. El Presidente lo señaló en su discurso: “Cuando recién veía las manos, cuando cantaban el Himno, veía los brazos de mis compañeros, de la generación que creyó y que sigue creyendo en los que quedamos que este país se puede cambiar”.
Además señaló “Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá, si ustedes me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos compañeros y hermanos que compartimos aquel tiempo, sino como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón de parte del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades. Hablemos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía, me guía la justicia y lucha contra la impunidad. Los que hicieron este hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración, como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino”.
Kirchner hablaba como militante de la década del ‘70, pero también como Presidente.
Kirchner hablaba desde “su presente” sobre “su pasado”, desde su memoria individual que se hacía colectiva, al igual que su experiencia, a través del poder de las palabras.
(*) El texto es un fragmento del libro "Historia Oral. Relatos y Memorias" de Laura Benadiba. La autora es docente de Historia Oral. Integra la Asociación “Otras Memorias”
(Por Laura Benadiba *) Me gustaría recordar ese día, cargado de simbolismos, cuando el presidente Néstor Kirchner pidió perdón de parte del Estado Nacional “por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”.
Después de la firma de ese documento, que convertía a la ESMA en “un espacio para la memoria y promoción de los derechos humanos”, las rejas se abrieron y el público, que esperaba afuera, fue accediendo al lugar.
Los HIJOS llevaban claveles rojos que dejaron en el piso junto a la puerta de madera del edifico principal. Sobre las flores, las fotos de los desaparecidos.
Las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), las Abuelas, los Familiares y miembros de otros organismos de derechos humanos llegaron a la ESMA temprano, para poner en las rejas que rodean el predio una gran bandera con las fotos y los nombres de cientos de desaparecidos.
Unos días antes los sobrevivientes entraron a lo que fueron sus celdas y salas de torturas para reconocer el sitio, las víctimas que nunca salieron de allí estaban presentes.
En el acto uno de los oradores dijo “Esto es el fruto de que en estos 28 años los organismos de derechos humanos, los familiares, los sobrevivientes, los exiliados y el pueblo hemos mantenido nuestras banderas de verdad y justicia y preservado la memoria para que nunca más se repitan los crímenes del terrorismo de Estado”.
Las flores quedaron bajo la puerta de madera junto con carteles y fotos de desaparecidos. Una pancarta amarilla, del estilo de una señal de tránsito, señalaba “aquí muchas desaparecidas dieron a luz y sus bebés fueron robados por los genocidas”. Jóvenes y mayores no pudieron contenerse, lloraban abrazados.
Terminada la ceremonia frente a la ESMA llegó el momento de los discursos. Se vieron algunos puños en alto y muchos dedos en Ve. Kirchner y su mujer, Cristina Fernández, se emocionaron y tuvieron que limpiarse las lágrimas. El Presidente lo señaló en su discurso: “Cuando recién veía las manos, cuando cantaban el Himno, veía los brazos de mis compañeros, de la generación que creyó y que sigue creyendo en los que quedamos que este país se puede cambiar”.
Además señaló “Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá, si ustedes me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos compañeros y hermanos que compartimos aquel tiempo, sino como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón de parte del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades. Hablemos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía, me guía la justicia y lucha contra la impunidad. Los que hicieron este hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración, como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino”.
Kirchner hablaba como militante de la década del ‘70, pero también como Presidente.
Kirchner hablaba desde “su presente” sobre “su pasado”, desde su memoria individual que se hacía colectiva, al igual que su experiencia, a través del poder de las palabras.
(*) El texto es un fragmento del libro "Historia Oral. Relatos y Memorias" de Laura Benadiba. La autora es docente de Historia Oral. Integra la Asociación “Otras Memorias”