14.10.10

VOLCADERO DE PARANÁ: RECOLECTAR SUEÑOS, RECICLAR LA VIDA

La imagen de toda una familia, o en el peor de los casos de un niño, revolviendo las bolsas de basura por las noches, es una imagen tan dolorosa como familiar para todos los ciudadanos. La ausencia de políticas de estado municipal en el (no) tratamiento de los residuos sólidos en la ciudad de Paraná, Entre Ríos, encierra un complejo submundo del que solo se puede tener dimensión en la medida en que se ingresa en él.

La ciudad de Paraná cuenta con un Volcadero a cielo abierto donde se depositan las 300 toneladas diarias de residuos que genera la ciudad y que, según recomendaciones internacionales, la Municipalidad tiene la obligación de desmantelar al año 2012.

En la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) existe un equipo de trabajo que desde el año 1991 aborda la problemática de la comunidad de trabajadores informales de la basura.  El punto de partida fueron distintos proyectos de investigación, de extensión y asignaturas vinculadas a la temática pobreza y ambiente y las políticas socio ambientales. Casi dos décadas después, hay una pequeña gran historia para contar y es Griselda Anzola -docente de la Facultad de Trabajo Social y directora del Proyecto Trabajo y Ciudadanía- junto a Alberto Isla -becario- quienes le pusieron voz a esa historia que muestra otra cara de la basura, la de resignificar la existencia, reciclando la vida y la esperanza.

“Estamos iniciando un proceso que va a llevar años, que es desmantelar todo un circuito mal hecho en relación a los residuos.”

- ¿Cómo surge el trabajo en esta temática de los residuos sólidos urbanos?

- Surge con dos proyectos de investigación ambos bajo mi dirección, el primero que tuvo que ver con las condiciones de salud en ese medio de trabajo y el segundo, que incorporó a otros docentes, destinado a dar una mirada interdisciplinaria a la temática de los residuos y hacer recomendaciones para el diseño de políticas socio ambientales adecuadas a esos conocimientos construidos en forma interdisciplinaria. Esto fue tomando forma dentro de la Facultad y los alumnos comenzaron a trabajar directamente en terreno, en la zona del Volcadero Municipal y en los barrios de alrededor. Así fuimos conformando un grupo con el cuál desde hace cinco años, le hemos dado forma de programa dentro de la Facultad.

- Para introducirnos en el tema, ¿cómo es ese submundo de la recolección y reciclado de la basura?

- Es un mundo desconocido para todo aquel que no se introduce en él. Hay distintas formas de trabajar con los residuos, hay quienes hacen la recolección que solemos ver en las calles con los carritos tirados a mano o por caballos, ese es el grupo mas numeroso. Los modos de recorrer la ciudad, antes de que pase el camión recolector por la noche son muy diversos y creativos y tienen que ver con la supervivencia. Hay otro grupo de trabajadores que lo hacen en el Volcadero Municipal. Allí coexiste un grupo de aproximadamente 700 familias -mas de 2000 personas- que en distintos turnos según los horarios que de recorrido de los camiones, esperan para el volcado de la basura.

- Dentro de ese espectro, ¿con qué grupo desarrolla su accionar el proyecto?

- Con un grupo de familias que trabajan en el Volcadero Municipal. Son quienes viven, trabajan y desarrollan toda su cotidianeidad en este ambiente. Los primeros resultados de estos proyectos de investigación que llevamos adelante, llegaron al planteo de como afecta todo este trabajo a la salud de toda la familia, con una expectativa de vida muy baja que ronda entre los 45 y 50 años. Son índices realmente muy preocupantes, por lo que comenzamos a diseñar varias líneas de trabajo que atendieran la complejidad de esta comunidad de trabajadores informales.

- ¿Cuál fue la primera acción que promovieron en el marco de esta complejidad que viven los trabajadores?

- La primera acción concreta fue la creación de una guardería nocturna, una salita de cuidados maternales, en una escuela muy cercana al Volcadero Municipal. Ese fue el primer trabajo en red con otras organizaciones. Esta primera iniciativa tomó el tema más urgente en ese momento, que era la situación de los niños que acompañaban a sus padres a la noche recorriendo la ciudad en los carritos para recolectar la basura. Coordinamos con la escuela cercana al Volcadero, con una fundación empresarial para que nos acompañe económicamente, con la comisión de un barrio cercano, con madres de la misma comunidad de trabajadores informales, la Facultad de Trabajo Social y creamos una red para el sostenimiento de estas salitas de cuidados maternales nocturnos que se llama “Reciclando la Esperanza”. Hoy, esa sala tiene ya cinco años y se sostiene como un dispositivo creado en relación a las necesidades concretas de este sector.

- Los chicos tienen un rol en esa organización de recolección de la basura…

- Toda la familia estaba involucrada en esta actividad, porque mientras mas material se recupera, mayores son los ingresos de la familia y la posibilidad de sobrevivir. Todos tienen un rol familiar en la distribución de las responsabilidades, es decir que hay varios aspectos formales a tener en cuenta.

- Toda una organización económica, familiar, comunitaria sostenida en función y en base a los residuos.

- Sí, por tres generaciones. Allí hay abuelos y padres que han sobrevivido a partir de esta problemática de los residuos. Las posibilidades de mejora en las condiciones de trabajo de los adultos, nos obligó a pensar acciones dirigidas a otros integrantes de la familia como los jóvenes, que ya no van a hacerlo en la planta. No podemos permitir el trabajo infantil y menos ligado a una de las peores formas,  la de los residuos.
El objetivo que nos planteamos era poder romper con lo que ha sido un circuito de tres generaciones, brindando a los jóvenes acceso a otras capacitaciones, como carpintería y peluquería. La idea es acompañarlos en el armado de su emprendimiento laboral pequeño, pero que vaya reemplazando al trabajo ligado a los residuos, que les muestre otras opciones y un fututo diferente al que han tenido sus padres o sus abuelos. La iniciativa de niñez se completó con actividades desde lo recreativo, lo artístico, lo lúdico, recuperar el derecho a jugar y a estudiar. Es decir, no solo trabajamos con ellos y con sus padres, sino que construimos espacios reales en los que puedan estar mientras sus padres trabajan.
También hemos trabajado en la problemáticas de género, con las dificultades que tienen las mujeres de esta comunidad: violencia de género, mujeres que querían quedarse a cuidar los niños en la sala maternal, problemas de salud, etc. Con aquellas que recuperaban trapos y telas, hemos podido conformar un costurero y están elaborando muñequitos, agarraderas y demás cosas en un intento de buscar otras alternativas para la sobrevivencia. Son pequeños logros que van dando sustentabilidad a nuestros objetivos.


“No hay modo posible de trabajo que no sea en red”

El Volcadero de la ciudad de Paraná es un problema grave, que ha generado preocupación por años, cuanto no ocupación en el mismo grado. La dimensión que tiene Paraná en relación a los residuos es lo que lo hace complejo. Existen experiencias que lo han resuelto a partir de una planta de tratamiento de residuos orgánicos, un biodigestor y una planta de reciclaje. Sin embargo, en nuestra comunidad, el problema no es solo la cantidad de residuos, sino la cantidad de familias que viven de ellos.

“Estamos convencidos de este trabajo en red, en el que la universidad no solo genera conocimiento, sino que los pone al servicio de la solución de los grandes problemas de la ciudad, donde involucramos y los ponemos en red mas allá de las dificultades y diferencias políticas. Estamos trabajando con el municipio, la provincia, la nación y la universidad como articuladora. Más que una tarea de extensión, es un compromiso político de la Universidad al servicio de los problemas sociales”.

En esta trama de complejidades, la Facultad de Trabajo Social ha acompañado la organización de los grupos trabajadores, tomando como responsabilidad sostener y  reforzar la red que ha involucrado paulatinamente a organizaciones comunitarias, sociales, ambientales.  A lo largo del camino fueron presentando diferentes proyectos, no solo del respaldo técnico de la iniciativa, sino también en la posibilidad de generar ingreso que les permitiera a los trabajadores dar el salto cualitativo: la maquinaria, un galpón, posibilidades de traslado de lo producido.

“Estamos plenamente convencidos de que la complejidad que atraviesa este sector, tienen que ser tomadas de forma integral y tienen que ser abordada también en una red de instituciones gubernamentales, comunitarias para poder tomar la problemática integral de los residuos y las personas que sobreviven en torno o en relación a ellos.”

Hace un año y medio, la Facultad de Trabajo Social firmó un convenio con la Municipalidad de Paraná a partir de la propuesta separación en origen de los residuos en una de sus unidades municipales, es decir lo orgánico por un lado y lo inorgánico por otro; recomendación para todas las ciudades medias y grandes. El Programa de separación en origen se denominó “Separar es valorar”. Se tomó la responsabilidad con estas familias para que, de una forma solidaria y productiva, recuperara el material inorgánico que Paraná comenzaba a separar. Papel, cartón, plástico y vidrio son los materiales tradicionales con los que trabajan estas comunidades, recuperan y venden.

“Lo que estamos llevando adelante es un circuito saneado con los residuos en todos los componentes. Si el material ya no viene sucio, ni mojado, ni con contaminante, ni con elementos que puedan ser riesgosos para su salud, podemos trabajar en un medio ambiente seguro”.

- ¿Cómo es la situación del acopiador en todo este proceso y como ha incidido en la vieja cultura de la recolección?
 
- El acopiador, al tener la maquinaria y poder hacer la selección de distinto de papel o de vidrio, enfardarlo, pueden transportarlo hacia los lugares de venta; ahí es donde se produce la diferencia del dinero. Los trabajadores informales que hacen la actividad sin los recursos y las maquinarias, están en condiciones de explotación.

- ¿Visualizan en lo cotidiano, en el día a día, las pequeñas transformaciones en las vidas de estos trabajadores?

- Sí, estamos muy contentos con lo que hemos podido lograr con este primero y pequeño grupo con el que estamos trabajando. Es un primer grupo porque Paraná recién está comenzando a separar en origen, entonces a medida que esto vaya creciendo en otras unidades municipales, iremos incorporando otras familias.

- ¿Esta forma de trabajo cooperativo, siempre la han tenido en el barrio, o partir de este proyecto, comienzan a introducir esta nueva forma de trabajo?

- Es a partir de la necesidad de comenzar a transformar un trabajo, que hasta el momento era individual o familiar y casi competitivo. La ley de la selva, ver quien puede tener mayores recursos de todos los residuos, para vender, dar de comer a los animales, sacar algo para su vestimenta. Una de las cosas que ha mantenido esta situación de profunda injusticia, de soledad, es esta falta de lazos comunitarios, solidarios, porque cada uno sin ningún tipo de política ambiental o económica, hacían de ese, su lugar de sobrevivencia.
Hemos tenido que hablar con la escuela para que hagan un sostén y un mantenimiento de estos niños en el sistema escolar, involucramos al municipio para que sensibilice a los vecinos de que esta basura que sacan a la calle, es la materia prima de este proyecto. Es una iniciativa que se sostiene todos los días con ellos, porque el mayor inconveniente tiene que ver con la transformación de las condiciones de un trabajo que era individual, ligado a tradiciones de trabajo con determinados acopiadores, en situación de explotación y de trabajo infantil. Eso era lo conocido y lo que les daba cierta seguridad. De ahí pasamos entender el trabajo como un uso de instalaciones compartidas, dinero comunitario, manejo de horarios acordados... Fue dar un gran salto.

- Fue deconstruir toda una cultura para construir sobre otra base.

- Desde lo económico empiezan a entender que es más valioso el trabajo asociativo, un trabajo con otros, que tiene el tratamiento de una maquinaria y por eso es de superior calidad, que tiene que ser entregado en forma. Se comienza a ver el valor del trabajo solidario, organizado, con determinados cuidados de la salud, la importancia de que los adultos trabajen y los niños estén en la escuela. Estas son líneas que, no sin esfuerzo y sin conflicto, vamos trabajando todo el tiempo.

Trabajo y Ciudadanía: derechos y obligaciones

- ¿Por qué Trabajo y Ciudadanía?

- El objetivo primero era que el grupo se transforme en un grupo cooperativo. En el andar nos hemos dado cuenta de muchos obstáculos para poder llegar a concretar esta figura, que es compleja y que requiere de algunas capacitaciones previas. Nos hemos encontrado con una población indocumentada y analfabeta. Tuvimos que comenzar a no solo aportar al aspecto de trabajo, sino desarrollar escalones básicos de ciudadanía para alcanzar algún tipo de organización legal. Se trata de reconocer ciudadanía, de reconocer derechos especiales a un grupo que esta invisibilizado, pobre, excluido, marginado, postergado, desconocido, sin urbanización, sin nombres de calles, analfabetos, indocumentados.
Por otro lado, es importante que la ciudadanía entienda la importancia de separar en origen, lo cuál no esta incorporado como habito, cumplir con los días y horarios de sacado de un tipo de residuo y el otro. Hay que pensar en términos de un circuito integral y entero y para ello, sensibilizar y educar a través de las demás organizaciones sociales, la escuela, las ONGs del medioambiente, las organizaciones comunitarias y vecinales. Cada uno de nosotros tiene responsabilidad en eso. Este ejercicio de educación en ciudadanía mejora la calidad de vida de un montón de gente.

“Desde lo social también se puede innovar”

El Proyecto Trabajo y Ciudadanía obtuvo un financiamiento de 100 mil pesos, otorgados en el marco de la Convocatoria Desarrollo para Municipios (DETEM) del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología para Municipios (COFECYT) que gestiona ACTIER en su carácter de Autoridad de Aplicación  provincial y administrada por la UVT VINCTEC-UNER. Este valioso aporte permitió la compra de  indumentaria, elementos de seguridad y una balanza. Con el dinero que resta desembolsar, prevén la adquisición de una enfardadora  y prensa, que permitan tener la totalidad del equipamiento para trabajar.

El reconocimiento a nivel Latinoamericano, llegó de la mano de la CEPAL, a partir de mención de honor a “experiencias de innovación social”. La invitación a mostrar el trabajo en una feria que tuvo lugar en Guatemala, significo poder trascender más allá de las puertas de la Universidad, al resto de América Latina y el Caribe.

Hace poco más de un mes, la experiencia de trabajo fue coronada con una mención Presidencial de Practicas Solidarias en Educación y un premio económico. Con ello, el sueño de una pequeña planta de tratamiento de los residuos inorgánicos para los trabajadores cooperativizados, se volvió una posibilidad.

Fuente: UnerNoticias