12.10.10

SE ESTRENA EL DOCUMENTAL “AZUCENA”

La Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) estrena “Azucena”, documental sobre la vida de Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo que fue secuestrada y desaparecida por la dictadura militar el 10 de diciembre de 1977. La exhibición se realiza este martes 12 a las 19:30 en el Auditorio Grande de la sede universitaria ubicada en Florencio Varela 1903, San Justo.


El filme es una producción del equipo de documentalistas del Instituto de Medios de Comunicación de la UNLaM integrado por Diego Csöme, Claudia Bueno, Laura Villafañe y Julián Cosenza, que continúa con la línea de la temática de defensa de los Derechos Humanos iniciada con "Mujeres de la Shoá".

Una de las autoras del documental, Claudia Bueno remarcó que si bien hubo trabajos sobre las Madres de Plaza de Mayo, la historia de Azucena Villaflor no es tan conocida.

“Hay un trabajo bibliográfico de Enrique Arrosagaray, que es de Avellaneda como Azucena y que, incluso, fue compañero de escuela de uno de sus hijos. El hizo una investigación muy profunda y publicó un libro –Los Villaflor de Avellaneda–, y es uno de los entrevistados del documental. En cuanto a relatos audiovisuales, nada. Sí hay documentales antropológicos de cuando se restituyen los restos de Madres desaparecidas, en los que se hace hincapié en la aparición de los restos de Azucena”, explica en una entrevista al equipo de documentalistas del periodista Diego Bocchio, publicada en el diario Página 12.

Azucena Villaflor estaba casada con Pedro De Vicenti, un delegado sindical de la empresa de electrodomésticos donde trabajaba, con quien tuvo cuatro hijos: Néstor, Pedro, Cecilia y Adrián.

El 30 de noviembre de 1976, la dictadura militar secuestró a Néstor y su novia Raquel Mangin. A partir de ese momento inició la búsqueda de su hijo yendo al Ministerio de Interior o al vicariato, y llenando fichas de que nada servían. Pero ahí conoció a otras mujeres que estaban buscando también a parientes desaparecidos, y les propuso ir a la Plaza de Mayo.

Además de Arrosagaray, el documental incluye testimonios de Pedro y Cecilia de Vicenti,  de la empleada doméstica Elvira; de Lidia Moreman, prima de Azucena; de Aída Sarti y Pepa Noia, integrantes de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora; y de la periodista Lila Pastoriza, quien estuvo cautiva junto a Azucena en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y permitió reconstruir lo que sucedió con ella después del secuestro.

Azucena fue secuestrada por un grupo de tareas de la dictadura militar, que el 10 de diciembre de 1977 ingresó a su casa ubicada en Villa Domínico, Avellaneda. Ese episodio fue recreado en el documental mediante una ficción filmada en el predio de la UNLaM, que protagonizaron actores del grupo de teatro de esa universidad.

Claudia Bueno sostiene que “Azucena hizo todo lo que políticamente estaba mal hacer en esa época. Pero, en el relato intimista surge que, para ella, lo que hacía no era nada excepcional”.

La documentalista detalla que “la hija, Cecilia, cuenta: ‘Cuando yo tenía complejo de fea en la escuela, mi mamá me llevó a un concurso de baile. Y cuando mi hermano Toto se rompió el brazo, mi mamá estuvo detrás de él hasta que se le soldó el hueso roto. Así que, cuando mi hermano Néstor desapareció, mi mamá salió a buscarlo. Es pura lógica de madre’”.

Diego Csöme remarca que Azucena tenía ángel. “Las Madres dicen en el documental: ‘Azucena llegaba y era como que llegaba nuestra madre. Todas íbamos corriendo a abrazarla’. Como los grandes líderes, tenía algo especial dentro de su carisma que hacía que todas las otras madres estuviesen a su alrededor. Pero también era muy estratégica para moverse”.
 
La producción de este trabajo dejó experiencias muy especiales a cada uno de sus realizadores.

“Este documental nos dio la oportunidad de descubrir a una persona maravillosa y dar con la intimidad de aquel instante fundacional de Madres, con un sentimiento muy puro, con la fuerza del amor y los intereses nobles que dieron origen a un movimiento maravilloso”, sostiene Bueno.

A Julián Cosenza, “investigar sobre la historia de vida de una persona, descubrir quién era y qué hizo, y darte cuenta de que no sabías nada de ella, te da la pauta de lo valioso que es trabajar con una figura de relevancia pública pero cuya historia, a la vez, es relativamente desconocida. Es como descubrir un pequeño tesoro”.

Para Csöme el mayor aprendizaje “es lo que está plasmado. Otra cosa que me dejó es la reflexión sobre cuánto está dispuesto a sacrificar realmente uno por una causa; muchas veces uno dice ‘daría la vida por tal cosa’ y hay que ver hasta qué punto efectivamente eso es cierto, como lo fue en esta historia. Y después, es que el amor de una madre no tiene límites, realmente no tiene límites”.