Alumnos de un polimodal ubicado en un barrio humilde de San Vicente, ciudad del centro de Misiones, dieron un ejemplo de solidaridad. Organizaron una campaña para recolectar golosinas, ropas y alimentos. Después caminaron seis kilómetros para regalárselos a los pibes albergados en el Hogar de una zona vecina. La puesta en escena de una obra de teatro completó la jornada de risas y alegría para festejar el Día del Niño. El colegio al que concurren está en condiciones muy precarias.
Los adolescentes misioneros del Centro de Educación Polimodal (CEP) número 28 del barrio San Roque González, en San Vicente, forman parte de esa Argentina profunda que pocos conocen. A estos jóvenes, que mayoritariamente provienen de hogares muy humildes, les hacen falta muchas cosas. Pero hay algo que tienen y en abundancia: la solidaridad. Ese valor que generalmente aparece con intensidad entre los más necesitados.
La idea para que este año los pibes del Hogar Esperanza, en el barrio San Cayetano, pudieran mostrar sus mejores caritas de alegría en el Día del Niño, salió del ámbito escolar a propuesta de los profesores del área de Lengua.
Una de las docentes, Lidia Pereyra, contó que decidieron repetir la experiencia ya se había realizado el año pasado, cuando los alumnos tomaron con entusiasmo la propuesta y llevaron al Hogar las cosas que el poco tiempo les permitió juntar.
Pereyra remarcó que sus alumnos “provienen de familias muy humildes, pero tienen incorporados el sentido de la solidaridad”, según publicó el portal Primera Edición.
El sábado 13 de agosto fue un día muy especial para todos. Los adolescentes se juntaron muy temprano en el colegio con todas las donaciones que a lo largo de la semana habían podido conseguir. Y así se inició la larga caminata de seis kilómetros por calles y senderos de tierra colorada.
Y el esfuerzo valió la pena. Porque en aquella mañana, cada uno de los quince pibes albergados en el Hogar Esperanza los premió con las mejores sonrisas.
La escuela
La actitud de los alumnos del CEP 28 no es casual. Forma parte de las propuestas educativas y formativas que llevan adelante la dirección y el cuerpo docente del colegio que encabeza Adrián Frank.
La capacitación está orientada en la modalidad Economía y Gestión de las Organizaciones, pero con una educación cooperativa y organizada con la que pretenden que “los jóvenes adquieran valores con sentimientos democráticos, promoviendo acciones solidarias, protegiendo capacidades humanas y generando una formación ética y ciudadana”.
Aunque la construcción de un nuevo edificio escolar en un terreno que donó una vecina ya está con el trámite avanzado en el Plan Nacional de Construcción MÁS Escuelas, hasta el momento los más de 300 alumnos matriculados cursan en condiciones muy precarias, según un informe publicado en el portal Misionlandia.
La escuela está compuesta por cuatro aulas de madera sin comunicación entre sí. Todas con las puertas expuestas a la intemperie. No tiene playón o patio que comunique las aulas o a estas con la dirección, tampoco ningún techo o cubierta que impida el paso del agua en caso de lluvia, o el sol en los días de extremo calor.
No tienen baños instalados. “Nos arreglamos con cuatro letrinas, dos para cada sexo”, ubicadas a 25 metros de las aulas y de la dirección. El agua no es potable, ya que estos barrios reciben agua potable algunas horas al día y en el establecimiento no existe ningún tipo de tanque que sirva para tener alguna reserva.
Esta precaria situación los obliga a extremar las medidas de seguridad, fumigando la escuela, para evitar la proliferación de insectos y bichos rastreros. En varias oportunidades se han encontrado arañas y alacranes caminando por los cursos entre los alumnos. También hay gran cantidad de mosquitos que se reproducen en los pastizales que rodean a la vertiente.
Ante la carencia de luz o ante lluvias copiosas se les hace prácticamente imposible llegar al establecimiento o dictar clases, y en los días de verano, con intenso calor, la falta de agua impide que los adolescentes puedan permanecer en la clase.
El kilómetro es la medida
La comunidad educativa del CEP número 28 está inserta dentro del conjunto de barrios que conforman San Roque, San Ramón Progreso, Ceferino y Trinidad, a la altura del kilómetro 1261, cuyas características principales son las casas económicas y las calles de tierras.
La escuela se encuentra a dos kilómetros de la ruta nacional número 14, lugar en donde deben bajar los alumnos que concurren al establecimiento, y acceder por una calle de tierra.
Mucho de los alumnos caminan más de cuatro kilómetros para llegar a la escuela, por caminos sin iluminación por lo que, en invierno, deben hacerlo con linternas debido a la oscuridad.
Los caminos de acceso al establecimiento educativo se ponen intransitables cuando llueve con frecuencia.
El hospital y la farmacia más cercana están a tres kilómetros, y la comisaría a 4,5 kilómetros.
En los barrios periféricos a la escuela no existen almacenes, carnicerías o panaderías, por lo que deben caminar 1,5 kilómetros hasta el supermercado más cercano, en tanto que la zona comercial está a 4,5 kilómetros.
Seguir adelante pese a todo
Pese a todas las precariedades y carencias, directivos, docentes, madres y padres de los alumnos contribuyen día a día a resolver los problemas que se les presenta, para continuar con la tarea educativa y formativa de los jóvenes.
Muchas de las actividades que realiza el CEP 28 se pueden ver en la página y el fotolog que tienen subidos a Internet.